/ lunes 18 de noviembre de 2024
Con civiles o militares al frente de la SSP la seguridad pública, en los últimos años, no ha sido lo que desean los veracruzanos, quienes en su mayoría se sienten inseguros o de plano han sido víctimas de delitos.
Ahora, en unos días más la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) empezará a ser dirigida por un marino con amplia preparación, sin embargo tras años de fracasos la duda es la misma, ¿dará los resultados positivos anhelados?
Rocío Nahle, quien en unos días asumirá oficialmente su cargo de gobernadora, acaba de anunciar que el contralmirante de Infantería de Marina, Alfonso Reyes Garcés, será su secretario de Seguridad Pública.
Reyes cuenta con experiencia y preparación. Ha estudiado múltiples diplomados y maestrías en México y el extranjero, tiene especialidad en antiterrorismo y fue director de Operaciones Especiales de la desaparecida Policía Federal Preventiva. Últimamente era el jefe de Estudios y subdirector de la Heroica Escuela Naval Militar.
En Veracruz ya ha habido otros marinos en tareas de seguridad pública y los resultados no han sido buenos.
En tiempos de Javier Duarte, un poco antes y después , la seguridad de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, la más fuerte económicamente del Estado y la más representativa turísticamente, estuvo a cargo exclusivamente de los marinos.
A la Secretaría de Marina se le pagaba para que realizara las tareas de seguridad, los marinos eran los policías con sus buenos equipos, armas y vehículos, ¿y en el balance general qué cuentas entregaron? Porteños y boqueños lo saben muy bien, no fue lo esperado.
En el actual gobierno estatal primero estuvo al frente de la SSP un civil, un abogado venido de Nuevo León, quien había tenido un cargo en la Fiscalía de allá y que empezó mal al presumir un doctorado inventado, Hugo Gutiérrez Maldonado.
Su paso por Seguridad Pública fue desastroso. Las acusaciones contra los policías se multiplicaron y los asesinatos, balaceras, secuestros y extorsiones no cesaron. Un día, por sus pleitos con el entonces secretario de Gobierno, Patrocinio Cisneros, no por su mal trabajo, tuvo que renunciar y se fue como si nada.