En una etapa de México en la que, supuestamente, todo es honestidad y democracia, grandes sindicatos son muestra de lo contrario.
Uno de esos, que tiene fuertes repercusiones en Veracruz, es el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), en el que la democracia es lo de menos.
Basta ver cómo se dio recientemente la reelección del secretario general de ese gremio, el orizabeño Ricardo Aldana, quien ahora estará al frente del STPRM hasta el 2030.
Para hacer resaltar la buena relación que existe con el gobierno y el aval que le da la 4T, a la toma de posesión de Aldana asistió la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez.
La secretaria de Gobernación dijo en la ceremonia cosas como que “se concreta la democracia sindical” y “cómo no vamos a estar orgullosos de este sindicato que saca adelante dignamente la defensa de los trabajadores”.
Tanto cariño y el olvido de lo negativo que durante años ha representado el STPRM para el sindicalismo mexicano y que los actuales líderes provienen de lo prohijado y consolidado por el anterior dirigente, Carlos Romero Deschamps, tan criticado desde la 4T, tendría su origen en una simple pero a la vez poderosa razón: la terrible situación financiera de Pemex, que provoca que la de nueva cuenta paraestatal viva gracias a un tratamiento comparable a una terapia intensiva.
Lo que debe Pemex alcanza cifras que la mayoría de los mexicanos no comprende en toda su dimensión.
Su deuda financiera, hasta hace poco, era de alrededor de 100 mil millones de dólares. A eso tiene que agregársele que debe a proveedores y contratistas unos 400 mil millones de pesos (20 mil millones de dólares).
Y tiene que tomarse en cuenta que la producción de petróleo no es la esperada (este año la meta está fijada en 1.8 millones de barriles diarios de hidrocarburos) y el refinamiento, menos. Sobre esto último, la refinería de Dos Bocas sigue en la etapa de arranque, porque los problemas no dejan de surgir al haberse construido muy rápido tiempo, pero a medias y con fallas.
Así las cosas, Pemex, sostenida con alfileres, lo que menos necesita son problemas con su sindicato y si, además, ese sindicato forma parte de la gran cola que existe para cobrar en la ventanilla de proveedores y contratistas, pues entonces se fueron por la ruta fácil, tratarlo bien.
El STPRM le presta diversos servicios a Pemex, como el del traslado de personal y que se sepa, la empresa tiene tiempo que no le paga.
Por eso, si no hay democracia en ese sindicato y se cometen otros pecados, pues mejor no verlos.
Lo que sí se seguirá viendo, por decir algo, es que dirigentes como Ramón Hernández Toledo, en la Sección 11 con sede en Nanchital y más de 30 años como secretario general, y Jorge Wade Zúñiga, dirigente de la Sección 10 de Minatitlán, hijo de quien también fue líder ahí y gente del desaparecido cacique sindical Sebastián Guzmán Cabrera, seguirán mandando porque a Pemex le conviene la estabilidad con sus trabajadores, a costa de uno que otro pecado en el STPRM.