• Se acabaron los puestos de periódicos
• El
internet da el “requiescat” a impresos
• Se
acabó gran fuente de trabajo a voceadores
Gustavo CADENA MATHEY
Fue mi padre quien lo trajo, yo
tendría cinco años, y él
apenas una rama: Alberto Cortés
Buen día, apreciado lector:
Qué les cuento; hace mucho que no iba
al centro de Xalapa. Veo que pintan el edificio del Palacio de Gobierno, ¿será
de guinda o de rosa?, afortunadamente vivo en una apacible y agradable zona con
humildes y extraordinarios vecinos, en la Progreso.
Fui como en los viejos tiempos, por
los periódicos diarios que se editan aquí en “la capirucha”. Para mi sorpresa,
en el centro de la ciudad, no lo había advertido, ya casi no hay puestos de
periódicos, solo tres y en camino de extinción.
La modernidad y la tecnología
prácticamente han acabado con los periódicos impresos y por ende los puestos de
venta. En consecuencia, se acabaron los voceadores. Solo la Revista Análisis
Político, del paisano Melitón Morales Domínguez ha sorteado los huracanes de la
política veracruzana, la del internet y se mantiene a flote gracias a su férrea
voluntad.
Como también se acabó el uso común de
las cámaras fotográficas, los teléfonos públicos, tantas cosas con las que
crecimos los nacidos en los años cincuenta, de una generación parteaguas.
Fue una época en la que a los
voceadores nos llamaban “periodistas”, o “periodiqueros”. Orgullosamente mis
hermanos Pedro, Juan Francisco y Enrique. Sobre todo Pedro nuestro líder,
éramos los primeros en posicionar a los periódicos. Por lo menos en Acayucan mi
hermano Pedro, que vendía hasta 500 ejemplares al día, fue el que más promovía
al “Mensaje”, del abogado y notario Yayo Gutiérrez, el dueño. Primero lo
maquilaban en San Andrés Tuxtla y de madrugada lo recibíamos en el ADO de
Acayucan para irlo a vender por las calles del pueblo y ganarnos una lana que
nos ayudaba a sobrevivir.
Inicialmente como semanal, me tocó en
mi casa de Hidalgo once verlo nacer en la imprenta que adquirió mi padrino
Yayo; escuchar su maravilloso golpeteo con los “tipos” de plomo, letras del
abecedario que antes se hervían y se les daba forma en el patio de mi casa, con
su inolvidable olor a tinta que lo producían cada amanecer.
Con el tiempo cambió de nombre a
Diario del Sur. Eran los años sesenta. Ahí se iniciaron también Arturo Reyes
Isidoro y José Valencia Sánchez. Ambos extraordinarios comunicadores
reconocidos por todo Veracruz y a nivel nacional. Igualmente ahí colaboraron
periodistas que con el tiempo alcanzaron alto nivel, como Víctor Murguía
Velasco, Gustavo González Godina y Salvador Muñoz.
Da tristeza porque se acabó una
fuente de trabajo como acá en Xalapa la tenía entre tantos, “don Juanito” Ruiz, mi vecino, al que a veces cuando
llegaba a casa de parrandear, en las últimas horas de la madrugada, don Juanito
ya estaba preparando en la banqueta un buen de ejemplares del Diario de Xalapa
para irlo a vocear y vender por toda la Progreso y otras colonias; o de aquella
señora a la que se escuchaba por todos los rincones voceando también con
tremendo vozarrón: “¡el diaaaarioooo de
xalaaaapaaaa!”. Sí que duele.
“¡El tiempo pasaaaa y no te puedo
olvidaaaar!
Pero a usted que no se le olvide esto
otro por favor cuidar el agua y las plantas, ya falta menos para los calorones…
Gustavo Cadena Mathey, Premio
Nacional de Periodismo.