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jueves, 14 de noviembre de 2024

La oración del pobre sube hasta Dios

Pueblo de Dios

Queridos hermanos y hermanas en Jesucristo:

El domingo 17 de noviembre celebramos con esperanza la VIII Jornada Mundial de los Pobres, recordando que «la oración del pobre sube hasta Dios» (Cf. Eco 21,5). El Santo Padre Francisco nos llama a unirnos en oración y solidaridad con aquellos que sufren, con quienes son marginados y olvidados, y a compartir con ellos la esperanza cristiana.

En su mensaje, el Papa nos enseña que la oración auténtica es aquella que nace del corazón humilde y necesitado, pues Dios siempre escucha el clamor del pobre. Tengamos presente que, ante Dios, todos somos pobres, necesitados de su amor y misericordia. El libro del Eclesiástico nos exhorta a buscar la sabiduría y la oración con humildad, reconociendo nuestra propia pobreza ante el Señor.

Esta Jornada es una oportunidad pastoral para responder al clamor de los pobres con acciones concretas, generosidad y espíritu de caridad. La oración debe inspirarnos a extender nuestras manos, nuestros recursos y nuestras vidas para aliviar el dolor de quienes más lo necesitan. La caridad es la respuesta que Dios espera de nosotros; no es un acto de filantropía, sino una verdadera misión en el Espíritu de Cristo. Recordemos que «la fe sin obras está muerta» (St 2,26) y nuestra oración debe traducirse en actos de amor hacia nuestros hermanos más vulnerables.

En la Arquidiócesis de Xalapa, el sábado 16 de noviembre realizaremos la única colecta anual pública de Cáritas que sostiene las muchas obras de caridad que se ofrecen en las parroquias y en los albergues de ancianos.

El Papa afirma que la peor discriminación que sufren los pobres es la falta de atención espiritual. La inmensa mayoría tiene una especial apertura a la fe; necesitan a Dios y no podemos dejar de ofrecerles su amistad, su bendición, su Palabra, la celebración de los Sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y de maduración en la fe. La opción preferencial por los más necesitados implica no solo el apoyo material, sino también una atención espiritual cercana. Así, nuestra oración se convierte en un puente de esperanza y en una muestra viva de comunión cristiana.

El Año Juvenil Vocacional también ha generado acciones concretas de adolescentes y jóvenes que con su apoyo a los que más sufren, nos inspiran a reconocer la presencia de los pobres en nuestras propias comunidades, en nuestras calles y nuestras propias familias y a acogerlos con el amor de Cristo.

Que nos sostenga en este camino de fraternidad y solidaridad, la Santa Madre de Dios, María Santísima, y nos guíe para vivir una fe llena de servicio y amor.

<< Con María, todos discípulos misioneros de Jesucristo >>

Xalapa de la Inmaculada, Ver., 14 de noviembre de 2024.