Columna: ‘EnEstaHora’
por: Luis Bustos
De hecho, todo está dicho en lo que se refiere al tal “Alito”.
En poco tiempo logró la unificación del verdadero priismo de auténtica sangre roja… todos en contra.
Quizás, como alguna vez lo dijimos en este espacio, lo único rescatable de su presidencia fue mantenerse en el bloque opositor legislativo y jugársela en la Coalición Fuerza y etc, etc... (nombre, por cierto, muy largo que le quitó la poca identidad que ya había logrado Fuerza por México). Estos dos puntos fueron a su favor.
Lo malo es que en contra no se ha cansado de seguir sumando.
El conjurar con Rubén Moreira para asegurar la “propiedad temporal del PRI”, ha sido un tropiezo que ahonda divisiones en el priismo.
Sencillo, el coahuilense tiene dos credenciales muy visibles: su esposa es la secretaria general y seguirá siendo legisladora, al igual que él; o sea, marido y mujer.
El resultado de esos acuerdos en lo oscurito no ha logrado penetrar en las bases y menos en quienes han sido dirigentes, exgobernadores y exlegisladores. Gente que, efectivamente, por muchos años permaneció en el PRI recibiendo oportunidades y más oportunidades, pero que fueron parte de un sistema que construyó el México que aún tenemos vigente, razón suficiente para tener arraigo, peso territorial y su voz sea escuchada y atendida, aún, por muchos militantes.
Atacar a sus antecesores es pendenciero.
“Alito” lo menos que puede ocultar es que también ha recibido mucho del PRI -hasta ser gobernador-, como para siga aferrándose a firmar como su dirigente. Su embestida es como pararse frente a un espejo y escupir a su propio rostro.
Alega que quienes lo combaten, no participaron en la pasada campaña, que no se les vio. Quizás pudiera tener razón.