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sábado, 8 de junio de 2024

Una visión de futuro

 

A lo largo de la historia, los hombres han tratado de descifrar este saber que desconocen, recurriendo a imágenes del cielo que siempre resultan lejanas a lo que precisamente es, una esperanza fiable, gracias a la cual se puede afrontar la realidad del presente. Creo que se puede vivir sin prejuicios aceptando la realidad y tratando de adaptarnos a los tiempos que se están viviendo, sin que con ello se interprete que estoy de acuerdo con la política de quienes se encuentran en el poder. No todo el malo; después de las elecciones todos queremos ver con esperanza el camino, el rumbo que seguirá el país. La esperanza a la que me refiero es, ante todo, perspectiva de futuro que tiene su origen en el pasado y es actual en el presente; algunos se encuentran sin esperanza, porque están en el mundo “sin Dios”, pero hoy nos toca conocer más a profundidad a Dios, que es aquel que da la esperanza.

En este momento de la historia, antes y después, no se puede vivir sin esperanza, rendidos a los pies de los opresores o como centinelas silenciosos y frustrados; la vida es hermosa cuando se vive con esperanza y no puede guardarse para sí solo, debe llegar a muchos, incluso a aquellos que, desbordados por la alegría de haber ganado las elecciones, están llamados también a tener esperanza, porque ella es para todos.

Es fácil darse cuenta de que algunos se encuentran desesperanzados, el encuentro con la esperanza es más fuerte que los sufrimientos que se pueden estar viviendo. Los hombres que, según observo, viven sin esperanza, son más frágiles y susceptibles del error. Esto no remite simplemente a una percepción futura, sino que me refiero a algo muy personal; reconozco que la sociedad actual no es un ideal, por lo que quiero aclarar que pertenezco a una sociedad nueva hacia la cual está el camino por el cual deberíamos seguir, ya que anticipa su llegada.

Está interpretación se ha de difundir también entre los amigos, la familia, la gente del barrio, en el club, en los centros educativos y en todo ámbito, de modo que el futuro no sea incierto, pertenece al pasado y es el presente, pues al cobrar mayor fuerza se conecta con la vida concreta si se considera que la esperanza lo abarca todo, aunque debo aclarar que tiene como meta la vida eterna.

Hasta ahora he hablado de la esperanza, esta reflexión concierne a la vida, no obstante, es el momento de preguntarnos ¿la esperanza es para mí? o ¿es informativa solamente? Tal vez muchas personas rechazan hoy la esperanza con esta perspectiva y se limitan tan solo a esperar que sus caprichos se hagan realidad, porque la vida eterna parece un obstáculo para ser “feliz”. En efecto, la vida del hombre sin esperanza se limita al disfrute de lo que le plazca, pero una vida con esperanza siempre será mejor, ya que esperamos mejores tiempos para nuestro país.

¿Puede el hombre esperar tomar parte de la herencia prometida? claro que puede y debe “esperar contra toda esperanza”, ¡la vida eterna invisible es una realidad actual! Aunque diluida, casi anulada para muchos, la esperanza puede sobreabundar. La más legitima esperanza es coherente con el presente, es agradecida con el pasado y anhela el futuro, la vida eterna.