Por: Bernardo Bellizzia Guzmán.
La
tragedia tomo desprevenidos a todos. Nunca en la vida se habría pensado que las
cosas se pusieran en un estado catastrófico como en el que hoy se encuentra
Guerrero. Para empezar ni las autoridades Federales, ni las Estatales mucho
menos las Municipales se prepararon y prepararon a la población para la llegada
de este fenómeno natural llamado OTIS. Aún y con la advertencia que
oportunamente el Centro Nacional de Huracanes de los Estados Unidos mando a
México para que tomaran las precauciones necesarias. No hubo respuesta.
OTIS
empezó como una tormenta tropical para después convertirse en un huracán
categoría 5 en la escala de Saffir Simpson, es decir las rachas de viento
inicialmente eran de 64 km/hra para después pasar a rachas de viento de poco
más de 264 km/hra. Destruyendo todo a su paso y como una gran aplanadora OTIS
fue quitando techos de casas, arrasando con hoteles y toda su infraestructura,
devastando colonias y comunidades enteras, dejando heridos y muertos por todos
lados.
La
catástrofe es descomunal, de proporciones mayores. Mucho más grave de lo que la
autoridad puede imaginar. De hecho, en estos primeros días después de la
tragedia podemos observar como las autoridades simplemente han sido rebasadas
en todos los sentidos. La gente ha tomado el control de las calles y los
saqueos, robos en casa habitación y asaltos son la constante. Tan desesperada
esta la población en la zona de desastre que inclusive hay un video que circula
en redes sociales donde se puede ver a un elemento de la Guardia Nacional
entrando a saquear una tienda de conveniencia que quedó destruida por el paso
de OTIS. Desesperación absoluta, miedo y coraje es lo que hay en la zona.
El
numero de muertos y heridos aún no se sabe con precisión. Se habla de 30
muertos, cientos de heridos y miles de damnificados. Lo cierto es que conforme
se vayan haciendo las labores de limpieza se descubrirán más cadáveres y quizás
algunos jamás se encuentren debido a que las mismas corrientes de los ríos o el
mar se los lleven. Me dicen algunos compañeros de medios de comunicación de
aquel Estado que llegar a reportear en estos momentos en esa zona es terrible.
El olor a todo (muerte, desolación, humo, sudor, gasolina) que circula por el
aire es la constante. Simplemente me dicen Acapulco y gran parte de las
comunidades de Guerrero son una zona de guerra y de desastre. Tardaran años
muchos años en tratar de reconstruirla.
Lo
peor del caso es tener un gobierno ausente o rebasado. Y un presidente que
prefiere quedarse en su Palacio para no estorbar según dice el mismo. Hoy los
guerrerenses las caería bien que quien dice ser el presidente mas cercano a la
gente, humanista y sensible ante las desgracias de su pueblo se acercara y
diera un poco de consuelo a cientos de personas que hoy la están pasando muy
mal. Pero la respuesta es un NO rotundo. Es mejor para el quedarse en el
confort que le brinda su Palacio Virreinal que ir a trabajar y cumplir con su
promesa de nunca dejar solo a su pueblo cuando una desgracia se presenta. Ni
hablar, es el precio de haber elegido y contratado a un mentiroso profesional.
En
fin, por lo pronto y como siempre es la misma ciudadanía la que ha salido a
ayudar y a solidarizarse con nuestros hermanos de Guerrero. Sin importar siglas
partidistas, color, sexo o religión. Hay fe y esperanza en que el pueblo de
Guerrero saldrá adelante con el apoyo y ayuda de todos nosotros y de la
sociedad civil organizada. La labor es titánica pero no hay duda de que se
lograra. Veremos que pasa. Correo electrónico: bernardobellizzia@hotmail.com