RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS
Después de tantos progresos científicos-técnicos, por causa de estos, queda en pie el problema de las relaciones de convivencia, las cuales se reconstruyen en concordia tanto en el interior de las familias como en el plano social y en comunidades políticas. Se han difundido diversas ideologías en la época moderna que incitan más al individualismo y el egocentrismo, y que, lejos de buscar la armonía y concordia, buscan polarizar las relaciones para generar una confrontación.
La vida en sociedad no solamente implica una serie de reglas y cánones que la hagan posible, debe de existir también una disposición interna que implique al otro y lo involucre en mis actos y afectos. Vivir en sociedad es vivir en armonía; es tratar de ser virtuoso unos con otros, en donde se resalte la relación con la justicia y el bienestar social con todos, incluso con la autoridad o gobernantes.
La vida comunitaria se desarrolla en el sentido más estricto de la sociabilidad; toda comunidad es el resultado de un acuerdo de voluntades para privilegiar lo social, sin embargo, el primer peligro que se afronta es el olvido del desarrollo de cada individuo en el afán de privilegiar lo social de la existencia.
Ahora bien, cómo es posible que al mejorar el individuo mejore todo. La cuestión no es difícil, la respuesta puede darse por medio de la concordia, la amistad. En efecto, la concordia es aquello que comúnmente llamamos paz, pero dado que la paz es también ausencia de guerra, vamos a hablar de la concordia como una amistad.
“La concordia parece ser una amistad civil” dice Aristóteles, por cuanto estar en concordia o vivir en ella significa estar entre amigos. Ciertamente, los amigos se respetan, se toleran los errores y los excesos propios de cualquier equivocación; además, los amigos comparten los proyectos, lo cual es la causa de la amistad, sin embargo, un proyecto de coerción y represión sin vigilancia alguna no hace crecer a los amigos, y de lo que se trata es de que se responda a las individualidades y al bien común.
Los ciudadanos toman decisiones prácticas en la vida, el gobierno también decide y hace lo propio, pero éstas afectan o favorecen directamente al pueblo. Hay que decidir entre lo justo y conveniente, es por esto que la concordia se hace tan importante, “cuando todos somos amigos ninguna necesidad hay de justicia” porque para el amigo se busca siempre lo justo, lo conveniente, agradable, buena, es decir, virtuosa. Lamentablemente, la realidad indica que la falta de amistad trae aparejada la injusticia y la arbitrariedad.
Cierto es que no puede pretenderse una sociedad en donde todos sean amigos, pues es natural que en toda comunidad, sociedad y Estado existan diferencias. Se trata de asumir el reto de alcanzar una amistad general guiada por la virtud, o lo que llama el papa Francisco “la fraternidad universal”. La comunidad debe cobijar a los amigos y enemigos, pues todos debemos dirigimos hacia el mismo fin, alcanzar el desarrollo personal y comunitario.
Una comunidad política es semejante a la familia y sería impensable una familia dividida, sin salvaguardarse unos y otros. Tratando de concluir, creo que se requiere de un proyecto en común que responda para que cada individuo se desarrolle y luche en conjunto por ser feliz. ¿Qué puede haber más importante para una comunidad, sociedad o país que la concordia y la justicia?, ya que por medio de esto se pueden alcanzar las metas, además de respetar los derechos y deberes de una sociedad, ¡lo justo es lo que conviene! siempre en concordia, con una amistad genuina.