En Ciudades o pueblos casi siempre se espera la llegada de algún “ser extraordinario” que llegue a cambiar el rumbo de las cosas, que con su “varita mágica” realice los ansiados beneficios ante tantas necesidades entre la población, sin detenernos a pensar/observar que en realidad frente a nuestros ojos podrían existir algunos “ángeles”, pues con su actuar cotidiano realizan “milagros” inesperados, lo hacen sin fines de lucro y con el único fin de ayudar al prójimo, acciones que no son obras inmensamente grandes pero que tienen un gran significado en la vida de muchas personas.
Es el “retrato” del personaje al que hoy tenemos el enorme gusto de referirnos con una dedicatoria muy especial, y sin otro afán que en cierto modo rendirle un homenaje póstumo en nuestro espacio, ya que hay pocas personas que dejan un legado tan valioso como ella.
Antes haremos mención de lo que apreciamos y escuchamos de viva voz un 24 de diciembre, día muy emotivo en el que se celebra la Nochebuena. Con algunas amistades visitamos el céntrico “Restaurante 303” para desayunar y degustar de un rico café con la respectiva rebanada de panqué preferida, recibiéndonos con la amabilidad de siempre en la entrada la Sra. Anita como lo hacía con todos sus clientes, notamos un pastel muy grande, que a todos repartía, no únicamente a los comensales, también a personas que pasaban caminando y saludaban, deseándoles una ¡Feliz Navidad!.
Desde luego que gentilmente lo compartió con nosotros, había dos motivos, un Aniversario más del Restaurante y las fiestas navideñas, pero el gesto enorme era repartirlo con todos, dibujando una sonrisa en su rostro, caras de felicidad al recibir el delicioso obsequio: “gracias, me hizo el día”, “que Dios la bendiga”, “Dios le dé más”, “felicidades”, decían algunas voces agradecidas.
Este tipo de detalles, luego nos fuimos enterando por varias personas, que no eran ocasionales, sino su forma de ser, compartir “de corazón” con los demás, incluso los indigentes que pasaban por el lugar.
Sus “gestos de bondad” eran el pan de cada día, brindaba apoyo a quienes más lo necesitaban, tras su sensible fallecimiento han manifestado expresamente su gratitud muchas personas a quienes ayudó desinteresadamente, sin que nadie se enterara, siempre actuando de buena fe y sin esperar nada a cambio.
ANA LILIA JUÁREZ GÓMEZ (QEPD), fue una tuxpeña ejemplar, con un altruismo natural, dejando como legado a sus dos hijos, Esteban y Erwin, ayudar de buena voluntad y trabajar con ese amor por lo que haces, como ella lo hizo siempre con humildad y disciplina.
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Desde su juventud junto con el Sr. Esteban Salas estuvo al frente del Restaurante que cumplió -en 2022- sus 50 años de ser toda una tradición en “el corazón de Tuxpan”, comenzando los primeros años de atención a los comensales frente al entonces parque Hidalgo -sobre el bulevar-, para luego pasarse a la calle Pípila, donde se ubica hasta la fecha.
Fueron más de cuatro décadas las que se dedicó a enaltecer la gastronomía tuxpeña, promoviendo entre los comensales todos aquellos platillos típicos de este puerto para desayunar, comer o cenar, al tiempo de ser formadora de personas que trabajan ahora en otros lugares.
Se le veía atenta y servicial con los comensales, disfrutaba la actividad que fue su vida, y también se daba tiempo para saludar a muchas personas que pasaban caminando. Además de hacer grandes amistades, por ejemplo, la Sra. Flora Martínez o la amiga periodista, Lulica Maya (QEPD), entre muchas otras.
“Mi mamá siempre atendió con una sonrisa y humildad, le gustaba hacerlo, tenía ese Don de tratar como familia al turista o tuxpeño”; recuerda su hijo Erwin con la mirada que denota el dolor de su ausencia física en sus ojos, pero al mismo tiempo deja entrever el orgullo de su grandeza como ser humano.
Amaba tanto lo que hacía que su Cumpleaños prefería celebrarlo además de sus estimados familiares y amigos con el personal del mismo Restaurante, a quienes apreciaba y también consideraba como de su propia familia, al compartir casi todo el día de arduo trabajo, pero de igual modo con momentos agradables de convivencia, quedando guardados en la mente y corazón esos sentimientos de cariño y gran estimación.
Para ella todos eran “bienvenidos”, los recibía sin distinción partidista, incluso en tiempos de campañas políticas, su criterio fue en todo momento mantenerse ajena a cualquier manifestación de ese tipo, su única prioridad era atender como en casa a los comensales y ayudar sin ningún interés cuando así se requería…
*** ¡AGRADECIDOS!.- Señora Anita, por su forma de ser, por enaltecer la gastronomía de Tuxpan y por ayudar de manera altruista a muchas personas, siendo un ejemplo de trabajo, humildad y grandeza como ser humano.
*** ¡UN ABRAZO!.- El 6 de octubre es su fecha de cumpleaños, y falleció en septiembre de 2019, en el Restaurante es muy sentida su ausencia física pero se percibe su esencia espiritual, la cual permanecerá para siempre en el corazón de todas las personas que la apreciamos con entera gratitud, luz eterna y bendiciones hasta más allá del sol, descanse en paz.
¡Agradezco el favor de su atención!
D.M. Nos saludamos hast
a la próxima entrega.
