La oleada de migrantes, permanente e incrementándose, desnuda la pobreza de millones y la miseria humana de unos cientos.
Todos los días miles y miles de migrantes, provenientes de Centroamérica, la parte alta de Sudamérica, el Caribe y de otras zonas del mundo se mueven por territorio mexicano en su camino hacia Estados Unidos.
Si este oleaje humano se arriesga a realizar una larga travesía a sabiendas del sufrimiento que le espera e incluso que pondrá en peligro su vida, imaginemos las condiciones en las que viven en sus lugares de origen.
Pero lo que suponen que padecerán en el camino es poco ante la cruel realidad vivida una vez pisado el territorio mexicano. Las historias trascendidas no dejan lugar a dudas sobre el trato inhumano que reciben.
Ahí está lo del incendio en la estación migratoria de Ciudad Juárez, donde hubo cuarenta muertos, pero cotidianamente se forjan historias de terror en las que las vejaciones son lo menos terrible.
Son tantos los que se internan a nuestro país que lógicamente hay quienes escapan a ese trato, pues resulta imposible que las mafias atrapen, sometan y saqueen a cada uno. Pero otros, sin suerte, padecen humillaciones, robos, extorsiones, violaciones, secuestros, asesinatos y esos crímenes quedan sin castigo.
Veracruz, por su ubicación geográfica, es paso constante de migrantes, pero la indiferencia hace que no veamos los abusos inhumanos a que son sometidos.
No porque ahora casi no escuchemos de asaltos y mutilaciones tras caer del lomo de La Bestia, el tren que pasa por territorio veracruzano y era utilizado en gran medida y cotidianamente por cientos de migrantes, eso lo traduzcamos en una disminución del éxodo.
Por el contrario hay más gente huyendo de sus países pero han tenido que buscar otras rutas para intentar eludir a los cárteles metidos en el tráfico humano y… a las autoridades representadas por el Instituto Nacional de Migración (INM) y las policías.
En el sur del Estado no es un secreto que los transportadores los conducían (llegan por Tabasco o Chiapas) por la sierra de Soteapan, pasando antes por los poblados de Tebanca y Coyame de Catemaco. Otros utilizaban (lo siguen haciendo, en menor medida) la carretera Costera del Golfo, en el tramo Acayucan-Catemaco.
Sin embargo, esas rutas ya están muy vistas y ahora la gente los ve pasar por toda la costa, es decir, Coatzacoalcos-Mecayapan-Barra de Sontecomapan (Catemaco), Montepío (San Andrés Tuxtla)-Alvarado para luego seguir al norte.
En Chiapas, Quintana Roo, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas, entre otros estados, representan un enorme negocio para los cárteles, el personal del INM y las policías locales.
Si cualquier día de estos el gobierno mexicano -ha tenido que jugar el papel sucio en esta película de terror porque no ha podido hacer frente a las presiones de Estados Unidos, que no quiere a tanto migrante pero a la vez no desea quedar como el malo- decidiera investigar a fondo a funcionarios de Migración se llevaría una ingrata sorpresa. Y sin la investigación la extendiera al simple personal operativo igualmente se sorprendería.
¿Pero hará algún día esas investigaciones? ...