Uno de los objetivos de la Nueva Escuela Mexicana (NEM), entre otros, es la inclusión de la perspectiva de género. El gobierno pretende ideologizar a los niños.
Hace poco, Luciano y su hijo
fueron a visitar a un médico, quien les dijo que, desde el punto de vista
neurológico, el cerebro que no profundiza en una actividad intelectual corre el
riesgo de volverse loco, por lo que el niño exclamo “¡uff, papá, cuantos locos
hay!”
¿A dónde van los días que
pasan?; “nada más delicioso y deslumbrante, más poético y disparatado que las
cosas que dicen los niños” (Oscar Domínguez Giraldo). Domínguez fue reportero y
se mantiene atento del comentario de sus hijos y de sus nietos. Para lograr
este oficio, es necesario tener el oído alerta, como de tísico, decía la
bisabuela.
He llegado a escuchar
aseveraciones de que los niños son crueles, yo diría que son veraces y sinceros,
por ello, hay que evitar actos irresponsables, de poca conciencia o lo que
puede ser peor, irrespetuoso y mal sano, como ideologizarlos por medio de la
NEM.
En una ocasión, cuando estaba
en el último año de la instrucción primaria, llegó mi maestro Narciso Sosa
Palomino, de feliz memoria, y nos dijo a todos que era un día especial y que
sería distinto. Nos ordenó mover los mesabancos hacia la pared. Los compañeros,
a grito en cuello, exclamaron “¡URRA!”. Una vez desocupado el espacio, con
autoridad dijo: “¡hagan un círculo, todos abajo!, ¡silencio!”. “A ver, piensen
en aquello que desean ser cuando sean grandes, ¡no se trata de cómo se perciben!”.
Uno a uno, los alumnos pasaron
a exponer sus pretensiones futuras y hubo de todo: doctores, abogados,
ingenieros, maestros, hasta un bombero y demás. De pronto, con el índice de su
diestra, el maestro Sosa me señaló, por lo que no tuve otra alternativa que
pasar al círculo. Lentamente, cual acusado, daba pasos cortos hasta llegar al
centro de aquel grupo de compañeros estudiantiles. Un silencio profundo invadió
el escenario, todas las miradas estaban sobre mí como flechas al tiro al
blanco. Mi corazón latía fuerte, como redobles de una banda de guerra durante
los honores a la bandera. Entonces escuché una voz que preguntó “Ruan, ¿qué
quieres ser de grande?”. Con mi rostro erguido, dije con fuerza “quiero ser
padre de familia”. Semejante a un rayo ante mi vista y oídos, todo el grupo
empezó a reír en coro “jajaja, jajaja”. Desconcertado, en ese momento me
preguntaba qué dije mal, porque yo era un niño y quería ser padre de familia,
no mencioné cómo me percibía, tal cual fue la instrucción.
A punto de dar un paso para
salir del salón, escuché una voz que me dijo: “¡Ruan, hijo, ven!”. “Y ahora qué
hice”, me preguntaba interiormente. Llegué al escritorio del maestro y
echándome el brazo comentó: “felicidades, qué profesión tan especial has elegido,
nunca te arrepentirás, pues esa es la mejor inversión que un hombre puede hacer”.
No recuerdo bien qué tanto me dijo, solo pude decirle que él era el mejor
maestro que había tenido (Fragmento de mi libro Experiencia de un alma).
Cuidemos la inocencia de los
niños, no se la arrebates. Por ello los niños deberán ser bien educados mas no ideologizados.
ruan-62@hotmail.com