ASUNTO: COMUNICADO AL
PUEBLO DE DIOS.
Queridos hermanos y hermanas:
Justo en vísperas de la fiesta de Cristo Rey y antes de iniciar un nuevo año litúrgico, 151 presbíteros de nuestra Arquidiócesis hemos tomado una semana de ejercicios espirituales que han afianzado nuestra gratitud e identidad sacerdotal y nos han dejado motivados para vivir fervorosamente, con el pueblo de Dios, las fiestas próximas de la fe centradas en la Inmaculada Concepción, Santa María de Guadalupe y el Niño Dios.
La Iglesia da el nombre de Adviento a las cuatro semanas que preceden a la Navidad. La fecha de su inicio es variable y este año comenzará el próximo 27 de noviembre, pero invariablemente concluye en las vísperas del 24 de diciembre. Adviento significa venida y en lenguaje cristiano nos referimos a que nuestro Señor Jesucristo viene, se acerca, llega. La venida de Jesús suscita preparación y gozosa espera en quienes aguardan su llegada y este es el sentido espiritual y humano que la Iglesia nos invita a vivir durante estas semanas.
La Iglesia rememora el Adviento de Cristo, hombre como nosotros.
En el Adviento la Iglesia rememora las promesas de Dios. Él prometió enviar al mundo un Salvador y anunció su venida por boca de los profetas. El pueblo de Israel creyó en su promesa y esperó con gozo su cumplimiento. Y Dios cumplió su promesa en su Hijo Jesucristo. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida. Por esta razón, el Adviento es memoria de la encarnación, del misterio de gracia del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Es memoria de las maravillas que Dios ha hecho en favor nuestro.
La Iglesia se gloría en proclamar al mundo entero que, en cumplimiento de la promesa de Dios, nos ha nacido un Salvador, que es Cristo Jesús, el Señor.
La Iglesia celebra el Adviento de Cristo, sacramento de amor.
En el Adviento la Iglesia se prepara también para celebrar el nacimiento de Cristo. Durante siglos Dios fue preparando el día en que Cristo se haría hombre para redimir al mundo. La Iglesia participa y actualiza esta larga preparación durante el tiempo de adviento con miras a la celebración solemne de la Navidad. Por esta razón, el Adviento guarda una estrecha relación con la Navidad. El Catecismo afirma: «Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador» (n. 524). El Adviento es una llamada a vivir el presente experimentando la venida de Jesús en nuestras vidas, en cada persona, en cada acontecimiento… y en cada Eucaristía.
La Iglesia anuncia el Adviento de Cristo, juez universal.
En el Adviento la Iglesia anuncia que Cristo vendrá de nuevo al final de los tiempos. Los cristianos así lo profesamos en el Credo: «Y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin». Durante el Adviento nos preparamos para la venida de Cristo en Navidad, pero también recordamos que Cristo prometió volver. El Adviento es un tiempo de espera para la segunda venida, así como un reconocimiento de que seremos juzgados por Cristo por nuestras acciones y decisiones. Por esta razón el Adviento es un tiempo de arrepentimiento; esperamos con alegría la venida de Cristo, pero también buscamos el perdón por nuestros pecados para poder estar preparados. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y una vida eterna sin sufrimientos.
La Iglesia contempla en María el Adviento de Cristo.
María Santísima vivió un Adviento de nueve meses en su regazo materno y virginal, en su mente y en su corazón. En María Jesús tomó carne, en ella se hizo hombre, en ella tuvo su primera morada y por medio de ella Dios habitó entre nosotros y vino a nuestro encuentro. El Adviento es el tiempo de María de Nazaret que esperó, que confió en la Palabra de Dios, que se dejó acampar por Él y en quien floreció y alumbró el Salvador de mundo.
Agradeciendo las bendiciones que Dios derrama en las fiestas de Navidad que acercan más a nuestras familias, quisiera invitarlos para que desde el primer domingo de Adviento (27 de noviembre) pongamos con devoción el “Nacimiento” del niño Dios en nuestros hogares, centros de trabajo, lugares sociales y espacios públicos donde nos encontremos, para que esta bella tradición sea un signo visible de unidad familiar y comunitaria que nos lleve a vivir con alegría el misterio del amor de Dios por cada uno de nosotros.
De la misa forma, los exhorto para que el cuarto domingo de Adviento (18 de diciembre) los niños y los jóvenes, en un ambiente de familia, lleven a bendecir a la Iglesia la imagen del Niño Dios, en las eucaristías que se celebrarán ese día en todas las parroquias y rectorías de la Arquidiócesis de Xalapa.
«Con María, todos discípulos misioneros de Jesucristo»
Xalapa de la Inmaculada, Ver., de 22 noviembre de 2022
♰ Mons. Jorge Carlos Patrón Wong
Arzobispo de Xalapa