Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
El pasado martes policías de Chicontepec le marcaron el
alto al conductor de un Avenger color blanco con placas de circulación YKL 41-33.
El conductor resultó ser un mozalbete de 20 años con aliento etílico que quiso huir
pero fue detenido. En el interior del auto se encontraron envases de cerveza y
un envoltorio con marihuana.
A la hora de realizar las pesquisas resultó que el
Avenger pertenece al gobierno estatal y está asignado a la Secretaría del
Trabajo Previsión Social y Productividad, mientras que su conductor, Efrén
Rogelio Cárdenas Arguelles, dijo ser hijo de la titular de esa dependencia Guadalupe
Argüelles Lozano.
Si alguien pensó que acusarían a los policías de haberle
‘sembrado’ la mota y las chelas al nene, se equivocó en redondo.
El muchacho fue puesto a disposición de las
autoridades y horas después el gobernador Cuitláhuac García, le “aceptó” la
renuncia a Argüelles Lozano “por asuntos del ámbito personal que requieren su
atención”, según escribió el propio mandatario estatal en su cuenta de Twitter.
Esto es una falacia porque las cosas no sucedieron así.
Cuitláhuac le ordenó con carácter de urgente que le entregara la renuncia y la
ahora ex funcionaria tuvo que obedecer.
La presencia de Guadalupe en la STPSP se había vuelto insostenible
casi desde que tomó el cargo. Si bien es cierto que aparecía en la nómina como titular
de la dependencia, el verdadero Secretario del Trabajo era su esposo Gonzalo
Vicencio Flores, que además funge como secretario general de Morena en Veracruz.
Guadalupe se vio envuelta en un escándalo cuando en
marzo del año anterior nombró Jefa del Departamento Jurídico y de Amparos a
Quetzalli Cárdenas Argüelles de quien dijo: “Es honesta, tiene el perfil y
participó de manera destacada para que se diera el cambio verdadero. Es mi hija
y no por ser mi hija está aquí; sino porque es parte de esta transformación y
por eso se los informo, para que no se diga que esto es nepotismo”.
Aunque al final la muchacha fue retirada del cargo, a
su madre no le importó violar varios artículos de la Ley de Responsabilidades
Administrativas, ni que el escándalo traspasara las fronteras de Veracruz.
El paso de Guadalupe por la STPSP estuvo plagado de irregularidades
y acusaciones de abuso de autoridad, nepotismo, corrupción y malversación de
fondos.
Otro escándalo lo protagonizó el 11 de marzo de este
año en Tantoyuca en compañía de su esposo, al tratar con malos modos y a golpes
a militantes de su partido, Morena, que habían tomado las instalaciones de la Secretaría
del Bienestar en protesta por despidos injustificados.
Con todo esto a cuestas, Guadalupe no tuvo empacho en
soltarle a su crío uno de los autos asignados a la STPSP para que lo presumiera
con sus amiguitos hasta que lo sorprendieron encervezado y con mota.
De ahí se agarró el gobernador para pedirle la dimisión.
¿Qué va a pasar?
Nada. Si en efecto hubo malversación de fondos ese
dinero ya se perdió. Y si hubo actos de corrupción se echarán al cajón del
olvido.
En cuanto al mozalbete, de seguro ya salió de la
cárcel o está a punto de salir y no responderá por el delito de usar un
vehículo que no era suyo. El Avenger lo disfrutará otro zángano y a Guadalupe no
la investigarán por lo que puede dormir tranquila. Lo que interesaba era su
renuncia y esa ya está.
Pero si la mujer perdió, el otro perdedor es Gonzalo
Vicencio Flores que estaba más que puesto para ser el próximo presidente
estatal de Morena. Si ya era mal mirado por golpear a sus correligionarios, el
empujoncito que le faltaba se lo dio el hijo de su esposa que lo sacó de la
jugada y dio al traste con sus aspiraciones políticas.
Quienes están la mar de felices son Juan Javier Gómez
Cazarín y Esteban Ramírez Zepeta, rivales de Gonzalo, pero la fórmula favorita del
gobernador para dirigir los destinos de Morena en la entidad.
Caray con los hijos, la de dolores de cabeza que cuesta
consentirlos.