Las noticias de Veracruz en Internet

lunes, 30 de mayo de 2016

Transparentar la relación de los comunicadores con el poder


Autor: José Valencia Sánchez
Con la llegada de la Internet, los medios impresos, la radio y la televisión enfrentan una nueva y poderosa competencia que los ha obligado a renovarse para no rezagarse. El periodismo digital juega hoy un papel preponderante en la vida pública.
Las redes sociales en general, aunque a veces en forma por demás irresponsable, inciden también de manera importante en las campañas políticas y en las decisiones gubernamentales.
Es por ello que formularé  propuestas que considero relevantes para la vida democrática del estado de Veracruz, sobre todo en épocas electorales, cuando las descalificaciones y calumnias entre candidatos y políticos son el pan de cada día, aunque también se han expresado verdades que interesan a la opinión pública.
INTRODUCCIÓN
El periodista Álvaro Cepeda afirma que “a nadie odian más los políticos y los económicamente poderosos que a los reporteros. Y a la prensa libre”. Mucho hay de cierto en esta aseveración. Sin embargo, se toleran y utilizan mutuamente. Lo hemos constatado en las campañas políticas en que los candidatos y sus aliados se han valido de la prensa para decir horrores de sus adversarios, salpicándose con toneladas de lodo y toda clase de suciedad, verdades y mentiras que con frecuencia confunden al lector.
“La calumnia desde el poder es un crimen a mansalva”, escribió don Julio Scherer.  Y agrega que “calumnia el débil moral, al margen de su cultura o su sapiencia. Calumnia el vencido sin energía para un enfrentamiento real” (1).
Qué no hemos visto o escuchado en la televisión, en la radio, en las redes sociales y en los medios digitales e impresos. De todo. Filtraciones de videos escandalosos, conversaciones telefónicas y fotografías comprometedoras, rumores sin fundamento, encuestas amañadas o cuchareadas, como las califica Andrés Manuel López Obrador.
Columnistas políticos que hoy están con melón y, sin ruborizarse, mañana  lo criticarán sin piedad y se volcarán en elogios hacia sandía. Escriben por encargo del mejor postor, sin importarles perder credibilidad ante su lectores.
Para ellos, hoy equis candidato o funcionario público es el mejor posicionado, el más honesto, y al día siguiente es el peor que existe sobre la faz de la tierra.
En un país donde la gente lee poco y los periódicos impresos parecen condenados a la extinción, debido a la creciente fuerza de la Internet que compite también en audiencia con la radio y la televisión, pocos medios sobrevivirán.
Decía Walter Lippmann, que un periódico puede ubicarse algo a la izquierda o algo a la derecha de su comunidad, pero no alejarse mucho del centro, porque perderá lectores (2).
Aquí en Veracruz, hubo un gobernador, Fidel Herrera, que corrompió a la prensa al darle dinero a manos llenas, millones y millones de pesos pagaba mensualmente a dueños y directores de medios de comunicación, a columnistas y reporteros destacados y modestos. Los malacostumbró. El siguiente gobernador, Javier Duarte, continuó con esta práctica de derroche hasta que se agotaron los recursos y cortó de tajo los “convenios” y “apoyos” a comunicadores.
La respuesta fue despiadada. De gran gobernador pasó a ser el peor villano habido y por haber.
En cierta ocasión, el entonces presidente José López Portillo exclamó: “No pago para que me peguen”, en respuesta a las acerbas críticas de los periodistas (3). Debimos contestarle: Tampoco puedes pagar para que te elogien, porque el dinero es de los contribuyentes, no tuyo, y no es para rendir culto a la personalidad de ningún político.
Curiosamente, cuando la prensa era menos crítica que ahora, se le llamó el “cuarto poder”. Considerarla en estos tiempos “como fuente de poder absoluto dejó de ser vigente, pero no se ha escapado fácilmente de las concepciones que la entienden, de modo inverso, como el contrapoder ideal”, sostiene Jorge Medina Viedas (4).
Volviendo a Veracruz y la jornada electoral, según Warren E. Miller, las evaluaciones sobre el papel que juega la comunicación masiva (prensa escrita, medios electrónicos y digitales, redes sociales, etcétera) para influenciar el comportamiento de los votantes, han fluctuado entre aquellos que consideran a los periodistas como manipuladores todopoderosos de la opinión pública y aquellos que concluyen que los medios no tienen un impacto discernible  sobre los valores, creencias o decisiones de los electores (5).
Ezra Pound narra que en Las Analectas, de Confucio, se dice que un día le preguntaron a este gran filósofo, que qué haría si el príncipe le confiriera el cargo de primer ministro. El sabio contestó, sin dudarlo, que se encargaría de que todos los siervos del reino llamaran a las cosas por su nombre (6). Pienso que es lo que debe hacer la prensa y no estar al servicio del poderoso ni ocultar o maquillar la verdad.
Por desgracia, ciertos políticos mexicanos, inmersos en vergonzosa relación parecida a la de los amantes furtivos e infieles, reclaman veladamente al periodista: ¡Si me criticas o no hablas bien de mí, no eres mi amigo. Y si elogias a mi enemigo, estás en mi contra!
No entienden que la misión de los medios va más allá de intereses personales y afectivos. El periodista posee el privilegio de relacionarse con todos, puede entrevistar a  Dios y al diablo si se trata de servir a la sociedad.
James Gordon, editor del New York Tribune, declaró en 1835, que su periódico “no apoyaría partido alguno, ni sería órgano de ninguna facción o camarilla… Nos esforzaremos por registrar los hechos, sobre todo los temas públicos y adecuados, desprovistos de verborragia, con comentarios apropiados, justos, independientes, confiables y moderados” (2). Desde entonces muchos medios han seguido esta política. No todos.
En resumen, desde 1988 la democracia en México ha dado un salto importante en parte por la apertura de los medios de comunicación y en este siglo el avance se ha acelerado por la irrupción de los periódicos digitales.
Es necesario, sin embargo, transparentar y adecentar la relación de los medios con el poder público para que ello redunde en beneficio de la sociedad. En sí, el deber de la prensa (impresa, electrónica y digital) es para con los lectores y el público en general, no con el gobierno ni con los poderes fácticos.
CONCLUSIONES
Por todo lo anterior, propongo que la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas y el Colegio de Periodistas de Veracruz (si es que éste existe formalmente) desaparezcan o se transformen y realmente cumplan su misión.
Y que en su lugar se constituya un Fondo para apoyar a comunicadores de escasos recursos económicos, mismos que a veces carecen de lo indispensable para médico y medicinas en caso de enfermedad y para gastos funerarios en caso de deceso.
Sugiero también que el Gobierno del Estado elimine las dádivas, convenios o apoyos subrepticios que, a cambio de elogiar y ensalzar la figura del gobernante en turno, se otorgan a los medios de comunicación y que se verifique la circulación de cada periódico impreso, las visitas a los medios digitales y la audiencia de los  electrónicos, a fin de contratar publicidad oficial únicamente en los que cuenten con lectores, televidentes y radioescuchas de carne y hueso, sin cifras infladas por los empresarios del mundo de la comunicación.
 Es inconcebible que con fondos públicos se subsidie a periódicos sin lectores.
De esta manera, el gran beneficiado será el público lector, que está harto de ver sólo halagos y más halagos para la clase gobernante, todo pagado con el dinero de nosotros los contribuyentes.
Con la desaparición o transformación de la Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas y del Colegio de Periodistas de Veracruz y con la depuración y transparencia en la contratación de publicidad con los medios de información, se obtendría un sustancial ahorro en el presupuesto, que se utilizaría en obras de beneficio social.
Sólo con medios de comunicación libres, sin complicidades con el poder político y económico, con periodistas comprometidos con la verdad y el bienestar de la sociedad, coadyuvaremos en la construcción de la democracia que anhelamos y merecemos.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
(1)Tiempo de Saber, Prensa y Poder en México. Nuevo Siglo Aguilar. Julio Scherer García, Carlos Monsiváis
(2)La Página Editorial The Washington Post. Biblioteca Periodista.
(3)Mis Tiempos, Biografía y Testimonio Político. Fernández Editores. José López Portillo.
(4)Los medios en la política. Ediciones Cal y Arena. Jorge Medina Viedas.
(5)Más que noticias. El Poder de los Medios en los Asuntos Públicos. Publigrafics, S. A. Michael Bruce MacKuen, Steven Lane Coombs.
(6)1er. Seminario de Actualización para Periodistas. Memorias. Coordinación General de Comunicación Social del Gobierno de Veracruz. Roberto Peredo, coordinador del Seminario.