Por cumplir 50 años "de invaluable esfuerzo y responsabilidad en la noble función de impartir justicia", el Pleno del Tribunal Superior de Justicia del Estado entregó testimonio y medalla de reconocimiento a la magistrada Sara Hilda Beltrán Ramos.
En ceremonia que se efectuó al mediodía en el Palacio de Justicia de esta capital, Beltrán Ramos recibió del magistrado presidente Alberto Sosa Hernández, el galardón en el que se le reconoce "la dedicación al trabajo, su cimentada honorabilidad, preparación jurídica y el comportamiento que como funcionaria judicial ha marcado su historia".
Ante los integrantes del Pleno, del Consejo de la Judicatura, magistrados y demás servidores del Poder Judicial, el magistrado Miguel Gastón Manzanilla Pavón, precisó que a Sara Hilda "nadie puede imputarle ineficiencia o deshonestidad".
Por ello, señaló, "es muy válido el reconocimiento que hoy nos convoca; la carrera de la magistrada Sara Hilda Beltrán Ramos ha sido completa y dedicada de principio a fin al Poder Judicial del Estado, sin manchas ni timbres oscuros y cuando ella decida retirarse, lo hará con todo el orgullo y la satisfacción del deber cumplido en un final feliz".
TAREA HONROSA, DAR A CADA QUIEN LO SUYO
Al agradecer el reconocimiento, la magistrada Beltrán Ramos confió que su desempeño se ha basado en una férrea disciplina que se dice fácil pero representa toda una vida de entrega y trabajo intenso, en la que ha pasado los mejores años de su vida, al lado de algunos compañeros ahí presentes, con quienes ha compartido esta extraordinaria aventura de impartir justicia".
Recordó el esfuerzo y los avatares pasados en los principios de su larga trayectoria, "era comenzar en cada lugar al que era asignada, lo que representaba cambios drásticos, de juzgado en juzgado, la mayoría de ellos llenos de carencias, con oficinas inadecuadas, poco personal, climas extremos y desde luego muy bajo salario".
También mencionó a los magistrados que han fallecido en los últimos años, a quienes guarda un especial afecto, como Mario Gutiérrez Calderón, Moisés Cuevas, Chato Aguilar, Aidé González Rebolledo, Celsa García Serrano, Benjamín Garcimarrero y, desde luego, a don Julio Patiño.