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sábado, 25 de febrero de 2023

La Cuaresma


Ayuno, oración y obras 

El ayuno es uno de los tantos actos esenciales para el crecimiento espiritual por recomendación de la iglesia, pues radica en el hecho de prescindir de comida y hay que realizarlo el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Esta práctica se remonta al siglo II y tiene un significado de purificación y preparación, por ello, el pasado Miércoles de Ceniza cientos y miles de católicos en el mundo asistieron a la “toma de ceniza”, con la cual se apertura el tiempo de cuaresma, es decir, de los cuarenta días de preparación antes de la celebración de la Pascua.

El hombre, al ser alma y cuerpo, no podría profesar una religión puramente espiritual, porque para obrar el hombre tiene un alma que se manifiesta con los actos y actitudes con el cuerpo. El ayuno, si se acompaña de una oración suplicante, sirve para humillar al alma; un alma sencilla siempre será grata a Dios. Abstenerse de comer, de relaciones conyugales, no se diga de relaciones desordenadas, así como de actos inconvenientes, nos brinda la posibilidad de ganar gracia ante el creador. Se trata entonces de acoger y de situarse con fe en una actitud de humildad, pues hoy en día es complicado ser sencillos y humildes ante Dios y los demás. 

En efecto, me parece que el ayuno debe de ir unido al amor hacia las personas que nos rodean o con las cuales se convive; siempre es bueno someter el cuerpo a un ayuno, si en ocasiones se realiza por salud, por qué no hacerlo en gratitud a Dios.

Este tiempo de cuaresma también se caracteriza por la oración, se ora a partir de lo que sucede, o para que suceda algo, aunque no siempre es así, pues el hombre con tantas ocupaciones, aunado a la jerarquía de sus prioridades, no siempre pone a Dios en primer lugar, sin embargo, este es un tiempo propicio para acercarse a Dios por medio de la oración; una oración sencilla de palabras que le den sentido, peso, forma y que nazcan del corazón será siempre grata a Dios. 

Por ejemplo, los salmos son oraciones que podemos hacer nuestras; las palabras y el sentido del salmista nos llevarán al encuentro con Dios. Es tiempo de estimular y educar la fe en la oración. No hay nada mejor que platicar, realizar un diálogo, orar con frecuencia en la mañana al despertar y al ir a descansar, agradeciendo a Dios todo lo vivido en el día. Sería un error reducir la oración en una petición, con el único deseo de que esta sea atendida; claro que Dios conoce nuestras necesidades, y entonces las atiende de acuerdo con su misericordia.

La historia de la humanidad está marcada por los buenos actos de ayuda mutua de unos por otros, es tiempo de retomar las enseñanzas de nuestros ancestros que con sus acciones realizaban obras de misericordia. Hay que hacernos uno con los necesitados, a fin de experimentar la carencia misma en nuestra piel, para que nos mueva a comprender, ayudar y a apoyar a los demás. Considero y reflexiono en que esta condición debe llevarnos a experimentar la carencia de los demás y actuar en consecuencia. Creo que debemos simpatizar, manifestar una auténtica compasión y no cerrar las posibilidades ante las necesidades de los demás.

Debemos reflexionar en estas fechas; operar constantemente con el ayuno, la oración y la misericordia me conduce y prepara para la gran fiesta, la Pascua.