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sábado, 4 de febrero de 2023

El desafío de los valores universales


La gran variedad de las costumbres, los hábitos y las instituciones presentes en la humanidad llegan a afirmar que no hay valores humanos universales, existe una concepción relativista de la moral, incluso se niega la realidad, el origen mismo de la humanidad.  

En este sentido, para afrontar estos desafíos en los que la verdad se vuelve una fábula, las distintas formas de pensar y sentir se expresan por medio de la cultura. Es importante respetar los derechos y deberes concretos de la persona, partiendo de la moralidad, o sea, es necesario tener conciencia del bien y el mal de los actos humanos que se manifiestan en el comportamiento de una conducta apropiada.

Las corrientes subjetivistas e individualistas aluden e interpretan de “forma nueva” la realidad, pasando sobre los valores universales y la misma moral; estas proponen criterios innovadores, tendencias que debilitan la verdad y niegan lo absoluto.

Quiero hacer, con criterio crítico de estas tendencias, una reflexión. Me pongo en la actitud de examinar los contextos, las circunstancias que parecieran legítimas y útiles. Debo examinar, ver sus ambigüedades, errores y lo que esto trae como consecuencia.

Ciertamente, la facultad del hombre para tomar decisiones es ineludible, pero no se trata solamente de decidir, sino también de sopesar las consecuencias, por muy pequeñas que aparentemente sean. “No hay causa sin efecto”, hay que replantear el papel de la razón y de la fe, sobre todo, lo que se refiere específicamente al comportamiento, con respeto a uno mismo, a los demás y al mundo de las cosas.

Ahora bien, estas tendencias de pensamiento luchan por posesionarse de la conciencia del ser humano; en consecuencia, se ha llegado al punto de negar la existencia de Dios. Reconozco que Dios mismo quiso dejar al hombre a su propio albedrío la decisión de optar por él, pero estamos llamados a trascender mediante la fe en Jesucristo.

El hombre debe actuar con el buen juicio, “si el hombre comete el mal, el justo juicio de su conciencia es en él testigo de la verdad universal del bien”; todos tenemos cierta conciencia entre lo bueno y lo malo, ella aprueba, reprueba nuestros actos, o alerta cuando estamos en peligro de tomar una decisión descabellada.

Por lo tanto, no se pueden resolver todos los problemas sociales, hay que empezar por los nuestros, ¡es todo un desafío! Esto no es algo de poca importancia hoy, en nuestro contexto sociocultural que, con frecuencia, relativiza la verdad. Es fácil ser presa de las emociones y la influencia de las opiniones, las cuales nos privan de la certeza y del contenido de la verdad.

La pobreza que el hombre puede experimentar es la soledad, porque ella nace del aislamiento, del no ser amados o de la dificultad de amar. Ahora, ¿por qué el amor? Porque la verdad y el amor van de la mano; al cerrar el corazón, el hombre experimenta ser autosuficiente, alejándose de la realidad. Para crecer hay que reconocerse parte de una familia, la familia humana.  

Para concluir, vivir en la verdad y en el amor lleva a la adhesión de los valores universales, elementos útiles e indispensables para la construcción de una mejor sociedad, un desarrollo humano y, por qué no, cristiano.

ruan-62@hotmail.com