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sábado, 1 de octubre de 2022

Caminar


Caminar es una experiencia que no solo trae beneficios en el orden físico, mental o estético, se trata de una actividad capaz de generar ideas que pueden cambiar el rumbo de la vida.

Imagínate una figura paseando por las calles de cualquier ciudad; esta representa un modo inusual de vivir la vida citadina, con un paso menos acelerado y con mejor ánimo para saborear lo que encuentra en su paso… esto representa las ideas que se van formando en la mente. Si esta figura camina con algún amigo suyo, la caminata es aún más auténtica y placentera. Se convierte así en una forma de resistir ante los avances tecnológicos que continuamente aceleran la vida.

En el contexto común se vive una vida acelerada con cambios exuberantes, pero si realmente se pretende pensar, es conveniente darse el tiempo y desarrollar la disciplina para caminar. Existe el caso de Kant, pensador filosófico, que llegó a concebir el caminar como una “disciplina intelectual”, algunos más, como Nietzsche, decían “que el caminar es una historia que se escribe con los pies”, haciendo alusión a la importancia de esta actividad.

Es evidente que muchos pensadores han sacado provecho de esta actividad, pero también las personas comunes lo podemos hacer. Caminar, además de favorecer en el tema de la salud, nos lleva a escapar de la urgencia de la que vivimos atrapados y “domesticados”. Este acto nos permite pensar con claridad y se puede decir que caminar es placer, recreo, agradecimiento y, por qué no, también penitencia. Es estar y no estar, ser o no ser. Es un llamado a pensar, pero también a escuchar.

Caminar es mucho más poner que un pie delante del otro; no requiere aprendizaje, técnica, material ni dinero, solo la voluntad de hacerlo con madurez y estilo. Si tus pies pudieran hablar, podrían decir “cuida por dónde caminas”, “piensa en cada paso que das”, “¡despacio, con calma!”. 

El hombre antiguo nómada ha caminado por una vía y senderos, desempeñando su existencia y un papel esencial; él se puso en camino y, desde entonces, ha emprendido una inmensa aventura. La intención de reflexionar sobre este tema, el camino, es introducirse al escenario en donde se desenvuelven el Creador y la creatura, para dar razón de su dinamismo, de su potencial de desarrollo en pensar. El ejercicio de caminar despierta en el ejercitante la consciencia de una tensión que no se resuelve de un modo definitivo, sino que se prolonga en el tiempo y se constituye a cada paso que se da, es decir, caminando.

Cuando al caminar se presenta un gran obstáculo que impide el trayecto, pudiera darse el caso de que algunos se paralizan, otros observan, unos más se sientan y exclaman ¡no se puede pasar!, pero hay quienes se preguntan “¿cómo puedo pasar?, ¿qué se necesita para superar este obstáculo?, ¿qué alternativas y acciones puedo implementar?” Es ahí en donde el ejercicio de caminar se pone en práctica. Piensa, piensa y piensa, que dentro de ti encontrarás las respuestas de lo que debes hacer. También en el caminar se da la fatiga, el desgaste y el tedio. 

Existen dos caminos, el bueno y el malo, los demás son atajos que aparentemente te llevan al destino deseado, pero al llegar podrás descubrir que este no desembocó en donde esperabas. El buen camino es el camino recto y perfecto; este consiste en practicar la justicia, en ser fiel a la verdad, en buscar la paz. Puedo decir que se trata del camino de la vida, pues a diferencia de este, se encuentra el camino tortuoso, el que siguen los insensatos, los necios, para no decir los tontos. ¿Por dónde quieres caminar? ¡Camina y piensa!

¡Ánimo!, porque de las montañas se han hecho caminos para un retorno seguro y triunfal.