La madrugada del sábado 12 de diciembre a eso de las 00:30 horas, Nabor Hernández Campos viajaba por un camino de terracería de Álamo, cuando fue interceptado por unos sujetos que circulaban en dos camionetas y lo bajaron de su unidad para llevárselo con rumbo desconocido, junto con otra persona que lo acompañaba.
Metros adelante su acompañante fue liberado, no así
Nabor que mañana cumplirá dos meses desaparecido.
El hecho quizá hubiera pasado desapercibido de no ser
porque un mes después, el miércoles 13 de enero, sus familiares interceptaron
al Gobernador Cuitláhuac García, antes de que entrara a una de sus Mesas de Coordinación
para la Paz que se llevó a cabo precisamente en Álamo.
Tanto la familia de Nabor como el Gobernador y la
Fiscal Verónica Hernández Giadáns, tuvieron una reunión a puerta cerrada y ambos
funcionarios hicieron el compromiso de abocarse a las investigaciones. Pero el
gobernador fue más allá al prometer “regresarlo con vida”, según relataron los
familiares.
Temeraria promesa si tomamos en cuenta sus pésimos
resultados en seguridad. Y para muestra el botón de diciembre que reafirmó a
Veracruz como segundo lugar nacional en secuestros con 12 registrados ese mes.
Sólo debajo del Estado de México que cerró con 17, según la organización Alto
al Secuestro.
Nabor forma parte de los 17 mil Servidores de la
Nación que utiliza Morena para levantar censos en las regiones más pobres del
país.
Ignoro si es uno de los 259 coordinadores nacionales
que ganan 51 mil 87 pesos con 36 centavos al mes. Pero si es tropa, parte de su
trabajo consiste en subir cerros, bajar por desfiladeros, chacualear entre
lodazales, aguantar los solazos, viajar por terracerías imposibles, mal dormir
y mal comer con tal de llegar a las zonas más remotas y hacer sus censos.
Esto sin contar con el apoyo logístico que por
obligación tiene que brindar al presidente López Obrador cuando visita Veracruz.
También sin contar con que ahora lo van a poner a vacunar contra el Covid. Y
todo por 8 mil 173 pesos con 60 centavos cada treinta días.
Cuando desapareció ni el gobierno de Cuitláhuac ni
Morena movieron un dedo, tan es así que uno de sus hermanos manifestó en las
redes que a pesar de que Nabor “es un fiel Servidor de la Nación de la
Secretaría del Bienestar, este gobierno nada ha hecho (para localizarlo) y
alzamos la voz para que se apiade de nosotros”.
Tuvieron que interceptar al Gobernador para que les
hicieran caso. “No me queda de otra que confiar en él, es una promesa que me
hizo y voy a confiar en él”, dijo el padre de la víctima después de que
Cuitláhuac se fue de la lengua.
Por la credibilidad del propio Gobernador ojalá cumpla
su promesa y mueva su aparato de seguridad para dar con el paradero de Nabor y con
los demás secuestrados.
En 2019 se cometieron más de 450 secuestros en
Veracruz y en 2020 se registró uno cada 72 horas. De los 12 secuestros ocurridos
el pasado diciembre tres tuvieron resonancia mediática: el de Adriana Beatriz,
el de Samara Aurora y el de Nabor.
Sobre Nabor hay la esperanza de encontrarlo con vida y
ojalá así sea. Adriana y Samara no corrieron con esa suerte.
Urge que Cuitláhuac se ponga las pilas y no hable nada
más por hablar. El secuestro es un asunto muy serio que está royendo las
entrañas de las familias veracruzanas.
El pasado diciembre la presidenta de Alto al Secuestro
Isabel Miranda, lo acusó de no realizar su trabajo en materia de seguridad y minimizar
el secuestro pues sigue sin atenderlo. Y ni cómo revirarle a la señora.
Pero Cuitláhuac vive en otro mundo. El 13 de enero en
Álamo, después de escuchar a los familiares de Nabor y frente a los reporteros soltó
otra de sus chungas. “El que se atreva a hacer daño a la población se las verá
con nosotros”.
Y los delincuentes sufrieron un ataque de risa
colectiva.