Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Mal hace el gobernador Cuitláhuac García en asegurar
que hay avances en la investigación sobre el asesinato de la periodista María
Elena Ferral si no tiene nada en concreto. Para no perder la costumbre, está
actuando como su antecesor Miguel Ángel Yunes que hacía las labores de fiscal, mientras
el verdadero fiscal Jorge Winckler Ortiz estaba en calidad de palo, a lo que
dijera su jefe.
Este martes dijo que contaban con líneas de
investigación “claras” para dar con los asesinos de María Elena. Y 24 horas
después repitió el numerito: “La Fiscalía General del Estado tiene avances en
la investigación del asesinato de la periodista. Nuestro compromiso está hecho:
no habrá impunidad”, publicó en sus redes sociales.
No habrá impunidad, dijo Fidel Herrera cuando mataron
al primer periodista de su sexenio. Y lo repitió cuando mataron al segundo, al
tercero y a los demás.
No habrá impunidad, le dijo Javier Duarte a Julio
Scherer cuando el destacado periodista se dejó caer por Xalapa junto con el
director de Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda y el subdirector del semanario
Salvador Corro, para exigirle el esclarecimiento del crimen de la periodista Regina
Martínez.
No habrá impunidad, repitió Javier como tarabilla a
los familiares de los demás compañeros asesinados en su administración. Y la
impunidad siguió.
No habrá impunidad, dijo casi cada día de su bienio Miguel
Ángel Yunes, a una sociedad que fue testigo de que la impunidad se paseó en
Veracruz como Pedro por su casa.
Y ahora es Cuitláhuac García quien repite el mismo
viejo y sobado sonsonete. No habrá impunidad dice, cuando el primer año de su administración
ha sido el más violento en la historia reciente y cuando los feminicidas caminan
libremente por las calles.
No habrá impunidad, cuando secuestradores,
extorsionadores y ladrones delinquen al amparo de la misma impunidad.
Que no diga el gobernador que no habrá impunidad
cuando ni el coronavirus ha logrado que los delincuentes se queden en sus casas.
Veracruz, hay que decirlo, es el paraíso de la
impunidad desde hace más de 15 años. Impunidad que heredó el gobierno de
Cuitláhuac, pero que ha sido incapaz de enfrentarla e inhibirla.
Luego entonces, que no salga con que no la va a
permitir cuando no ha hecho el mínimo esfuerzo por combatirla.
Cuando Duarte le dijo a Julio Scherer y compañía,
“Tengan ustedes la seguridad de que llegaremos hasta las últimas consecuencias
porque no habrá impunidad en el crimen de la destacada periodista” y desvió su
palabrería a una conversación vacua e insulsa, Scherer lo interrumpió: “Es
inútil, señor gobernador, no les creemos”.
Igual que los veracruzanos no le creemos a Cuitláhuac,
ni le creímos a Yunes, Javier o a Fidel. A unos por mentirosos, a otros por
mentirosos y cómplices de los delincuentes y a otro por mentiroso, ineficaz e
inepto.
Por el bien de Veracruz, pero sobre todo, por el bien
del devaluado gobierno de Cuitláhuac García, urge que las autoridades encuentren
pronto a los asesinos de María Elena Ferral y se sigan con quienes le quitaron
la vida a 20 periodistas veracruzanos en los últimos tres lustros.
Es imperativo que den con los auténticos criminales y
no que fabriquen culpables como se estila.
Y cuando esto suceda, sólo entonces, quizá
comenzaremos a creerles.