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martes, 7 de abril de 2020

Alto a las agresiones en contra de enfermeras y médicos, que son verdaderos héroes de la pandemia

El miedo a ser víctimas de la pandemia, ha sacado la peor parte de mucha gente que ha comenzado a agredir a quienes verdaderamente son la primera línea de combate al Covid-19, que es la real amenaza a nuestra sociedad y al mundo que conocemos.

No podemos permitir que médicos, enfermeras, camilleros, trabajadores de la salud sean agredidos y amenazados solo por portar con dignidad su uniforme al concluir su jornada de trabajo.

El miedo genera violencia injustificada que debe ser contenida. A los trabajadores de la salud les niegan el acceso al transporte público, se les insulta y se le agrede, como ocurrió en Guadalajara y Culiacán, donde a las enfermeras se les arrojó cloro en el cuerpo.

Vivimos las secuelas de un gran riesgo de salud, pero no se justifica el miedo que agrede a las personas cuya vocación es salvar vidas a través de la medicina. Se trata de mujeres y hombres valientes que arriesgan su integridad, su salud, su vida , e incluso a su familia; lo que debemos hacer es respetarlos,  sentirnos orgullosos de ellos y reconocer su gran compromiso social.

Otra situación que amenaza a la comunidad médica que atiende los servicios de salud pública es el desabasto de suministros médicos y equipos de protección personal necesarios para el desempeño de su trabajo, particularmente para atender pacientes de Covid-19 y evitar contagios por esta causa.
No paran las manifestaciones de médicos, enfermeras, camilleros y en general el personal que labora en las unidades de salud de todo el país. En las clínicas y hospitales del Seguro Social se denuncian problemas de desabasto que los pone en riesgo. Hay casos de fallecimiento de personal médico y contagio masivo de doctores y enfermeras en hospitales de Monclova y Piedras Negras, generando protestas públicas por la desprotección con la que están trabajando.

Esto que ha trascendido en la comunidad médica es sin duda una decisión frívola, ajena a cualquier previsión de la emergencia sanitaria que vivimos, porque no se puede desproveer de los recursos básicos de contención a quienes siguen recibiendo y atendiendo enfermos que no tienen diagnóstico de Covid19, pese a que pudieran ser portadores asintomáticos del virus o cuyo diagnóstico pudiera ser erróneamente catalogado como “neumonía atípica”.

En tiempos aciagos, las y los médicos, enfermeras y enfermeros, y todos los trabajadores de la salud, conforman el heroico EJÉRCITO VESTIDO DE BLANCO que hoy pelea por la salud y la vida de todos los mexicanos, incluso con las desventajas hospitalarias para enfrentar esta crisis. Es verdaderamente inhumano que en esta emergencia enfrenten agresiones en la calle y condiciones de riesgo mortal en sus centros de trabajo.

En el escenario actual, la lección que predomina como el mayor recurso para disminuir los contagios es la realización de pruebas, pruebas y más pruebas de detección oportuna de potenciales fuentes de contagio, de personas que portan el virus y no se localizan si no hay una estrategia sanitaria que recurra a la aplicación masiva de pruebas de detección del Coronavirus. Alemania ha realizado un millón de pruebas de detección y los Estados Unidos han implementado la aplicación de un millón y medio de pruebas para enfrentar las fuentes de propagación de la pandemia, que por desgracia contagia un alto número de trabajadores de la salud al atender pacientes sin conocer oportunamente su condición médica.
En Brasil se han realizado 55,288 pruebas, en Chile 49,213, y en México solo la raquítica cantidad de 15,668.

El compromiso de la comunidad que integran los trabajadores de los servicios de salud pública se magnifica al reconocerse que en México el personal médico gana en promedio, 16,146 pesos mensuales, cifra que representa una tercera parte del salario de los doctores en países como Brasil y España; el personal de enfermería percibe 9,909 pesos al mes, es decir menos de la mitad de lo que devengan las enfermeras en Chile o Italia y por desgracia en muchas ocasiones sin las prestaciones de rigor.

Las enfermeras, los médicos y los prestadores de servicios de salud, son y serán los verdaderos héroes sin “súperpoderes”, pero con un compromiso ético y moral a toda prueba. Es el momento en que debemos ser solidarios, agradecidos, reconocer su esfuerzo y felicitarlos por permanecer ahí para aliviar el dolor humano.

Al resto de la población reiterarle que la mejor manera de colaborar con ellos, es quedarse obligadamente en casa y evitar los contagios que agranden esta pandemia.

Busquemos todos salir adelante.