Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Con el 72 por ciento de aceptación, un presidente como
Andrés Manuel López Obrador puede darse lujos como bautizar a su Primer Informe
de Gobierno como “Tercer Informe de Gobierno”, puede asistir a éste sin la
banda presidencial y puede hacer prácticamente lo que le venga en gana.
Si así lo ha hecho desde que tomó posesión, ahora con
más ganas porque su popularidad no se desbarrancó como auguraban los conservadores
(a los que ya derrotó). Apenas bajó unos puntos de diciembre para acá. Nada de
qué preocuparse.
Nadie puede afirmar que esté construyendo la paz
cuando hay 3 mil asesinatos al mes en promedio y hubo más de 21 mil de enero a
agosto. Pero Andrés Manuel lo dijo sin tapujos en sus mensajes antes del
Informe y nadie le chistó.
Ya no hay avión presidencial, presumió en otro de sus
spots. Y nadie le echó en cara que el avión no va a salir del hangar de Victorville
ni rifándolo, que literalmente se está oxidando y que su almacenaje cuesta 1
millón 142 mil 302 pesos diarios.
Ayer en Palacio Nacional se dio vuelo hablando de un
país idílico donde ya no hay corrupción ni robo de combustible; donde todos los
jóvenes sin trabajo y sin escuela tienen apoyos; donde los ancianos reciben
pensiones dobles, el desempleo va a la baja, Santa Lucía costará mucho menos
que Texcoco; Dos Bocas ya arrancó, el Tren Maya no tarda y el pueblo está
feliz, feliz, feliz.
Y no hubo nadie que le dijera “Yo tengo otros números,
señor presidente. De acuerdo con Pemex el huachicoleo sigue campante; de
acuerdo con el SESNSP la violencia va a la alza. La ONU dice que México es un
país violento. Los apoyos a ninis no han superado el 40 por ciento; el programa
Jóvenes Construyendo el Futuro se detuvo por falta de dinero; los ancianos
recibían 1,100 pesos de apoyo mensual y ahora reciben 2 mil 375 de apoyo
bimestral y eso no es el doble sino 175 pesos más. De acuerdo con el IMSS y el
INEGI el desempleo aumentó una barbaridad en el primer semestre de este año; Santa
Lucía va para largo y costará más que el NAIM; Dos Bocas ya arrancó pero quién
sabe si se vaya a terminar y lo mismo puede pasar con el Tren Maya”.
No, nadie dijo esta boca es mía.
¿Habló de la matanza en Coatzacoalcos que ya cobró
treinta vidas? No, de hecho al tema de la seguridad apenas le dedicó tres
minutos de los noventa que duró su perorata.
Su gira del viernes por Papantla y Atzalan se realizó
sin novedad. No hubo una voz discordante; nadie que le reclamara por más
seguridad, por más atención a los feminicidios y desaparecidos.
De hecho, no hubo ni un silbido cuando levantó la mano
de su pupilo Cuitláhuac García en claro espaldarazo a un gobernante que con
apenas nueve meses en el cargo, ya es considerado por los veracruzanos como su
peor gobernador.
Nunca que se sepa, un presidente que tiene al país con
cero crecimiento y un brutal desempleo; que cerró una obra de 114 mil millones
de pesos en Texcoco; que canceló el Seguro Popular, Progresa y las Estancias
Infantiles; que incumple las recomendaciones de la CNDH y que con su política
de abrazos y no balazos ha logrado que se incremente la violencia, había gozado
de tanta popularidad.
López Obrador es autoritario, obcecado, vengativo,
sectario y divisionista. Goza exhibiendo y humillando a quienes no comulgan con
sus ideas, dice que es demócrata pero es conservador a ultranza; es la
antítesis de Juárez al que venera. Pero tiene el 72 por ciento de aceptación
ciudadana.
¿A qué se deberá este fenómeno?
Una de dos: o el señor es un fregón, o como sociedad estamos
comenzando a valer para puras vergüenzas.