Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
En la última reunión que sostuvo el gobernador
Cuitláhuac García con miembros de su gabinete previa a la elección del 2 de
junio, les dijo cosas muy bonitas. Uno; que Rocío Nahle va arriba en las
encuestas por 27 puntos “pero no hay que confiarse”. Dos; que la zacatecana
obtendrá más de 2 millones de votos y tres, que mañana serán 30 mil los morenos
que la vitorearán en la Plaza Lerdo junto a la candidata a la presidencia
Claudia Sheinbaum.
A ver lector, a la Plaza Lerdo la colmas con 5 mil
personas y la revientas con 8 mil. Por lo que será muy periodístico atestiguar
dónde acomodarán a las 22 mil restantes y eso no me lo quiero perder.
Quien se comprometió a llevar 10 mil acarreados a
pesar de que no está en el gabinete ni en los afectos de Rocío, es Eleazar
Guerrero, el medio hermano o medio primo del señor gobernador. “Si lo logra,
puede que la zacatecana le conmute la pena de cárcel por el destierro a
perpetuidad de Veracruz”, me comentaron con ácida sorna.
Y si la multitud en la Plaza será noticia, más lo
serán los 2 millones de votos, ya que será la primera vez en la historia no
sólo de Veracruz sino de este país, que una mujer acusada de corrupta con todo
lo que eso conlleva y con 37 denuncias penales ante la FGR, sea votada por
tamaña cantidad de ingenuos.
Lo que ya no es noticia es la inalcanzable ventaja que
(según la propia Rocío) le lleva a Pepe Yunes y que a cualquier candidato lo
tendría más que tranquilo y relajado.
En ese sentido quiero reiterar lo que dije hace unos
días. Algo no cuadra con ese envidiable porcentaje porque mientras el “seguro
perdedor” sigue ganando adeptos, la “segura ganadora” anda que no la calienta
ni el sol y con el carácter cada día más descompuesto.
¿Qué es verdad de lo que dijo Cuitláhuac?
Nada. Ni siquiera el número de acarreados que colmarán
la Plaza Lerdo.
Rocío llegará a Xalapa a colgarse de la envidiable
aceptación que tiene Claudia, que a su vez viene a pedir el voto de los
veracruzanos pero para ella.
La ex jefa de Gobierno de la CDMX trae la encomienda
de no perder la presidencia de la República en Veracruz y a eso se abocará. Si
su presencia ayuda a que Rocío gane la gubernatura qué bien, pero en caso
contrario ese no será su problema. Y en efecto.
Más que la refinería de Dos Bocas que sirvió para
hacer ricos a sus amigos familiares y compadres, a Rocío la está echando a
pique la fama de corrupta que se ganó en apenas unos de meses y por la que ya la
conocen en todo el país. El escándalo de sus propiedades está haciendo talco la
candidatura a la gubernatura que construyó con esmero en casi seis años.
Mientras Claudia llegará fuerte a Xalapa, Rocío
llegará debilitada, por mucho que sus jilgueros pretendan convencer de lo
contrario. “De los alcaldes de Morena que hay en Veracruz ya solo dos le siguen
diciendo ‘señora gobernadora’”, me dijeron.
Eso si, ambas mujeres le ordenaron terminantemente a
Cuitláhuac que ni se le ocurra asomar las narices en el evento por dos razones:
porque la rechifla que recibirá será tan fuerte que llegará a Palacio Nacional
y puede romperle los tímpanos a Andrés Manuel. Y porque su presencia inclinará
en definitiva la balanza a favor de Pepe Yunes, el tenaz, carismático y honrado
candidato de origen peroteño.