Desmienten con su presencia los reportajes publicados en días recientes sobre supuestos vínculos del Gobierno con el crimen organizado
Por Ángel Álvaro Peña
Las casualidades no existen y menos en política, porque resulta muy sintomático que el periódico estadounidense The New York Times publicara un artículo con contenido superado desde hace años atacando al presidente Andrés Manuel López Obrador a unos días de la visita de Xóchitl Gálvez a su redacción.
Acusaciones sobre el apoyo del crimen organizado a las campañas del actual Presidente, desde 2007 y 2018, impulsadas desde México fueron cerradas legalmente por autoridades estadounidenses, pero esto no lo sabían quienes con algunos datos poco concretos realizaron la acusación.
Para la oposición el hecho de que el Presidente se haya bajado a saludar a la madre de Joaquín El Chapo, Guzmán, en el camino hacia Badiguarato, Sinaloa, es motivo de asociación entre el mandatario y el narcotráfico. Momentos antes de que esto sucediera la cadena estadounidense Telemundo entrevistó a la madre del delincuente preso en Estados Unidos y le preguntó cuál sería la petición que hiciera a López Obrador, a lo que la señora Consuelo Loera, contestara que estaba esperándolo para que pudiera otorgarle una visa especial para ver a su hijo antes de que ella muriera, porque estaba muy enferma.
La entrevista la realizó para Telemundo la misma reportera, Jésica Zermeño, que -basada en la supuesta amnesia de los mexicanos- cuestionó al Presidente sobre este tema y reclamó que diera a conocer el número telefónico de una reportera del New York Times, que no era ningún secreto para nadie ya que la periodista del vecino país había difundido su número telefónico en todas y cada una de las redes sociales, de tal manera que no había incurrido en ninguna indiscreción.
Cuando el Presidente saludó a la madre de El Chapo, y ésta le solicitara la visa fue lo que platicaron en pocos minutos. A menos que se haya tratado de una conversación en clave en este breve encuentro, no puede adjudicarse complicidad de nadie con el narcotráfico, ya que la señora Consuelo Loera no era perseguida por ninguna policía de México, ni por la DEA ni por alguna otra instancia policiaca del planeta.
El 10 de diciembre de 2023 murió la señora Consuelo Loera en una clínica privada a los 94 años, por problemas respiratorios. Cuatro años después del encuentro con el Presidente de México en una carretera de Sinaloa.
Ante este panorama y desechadas las acusaciones desde años atrás trató de hacerse vigente información sobre el supuesto apoyo en dólares a la campaña de Andrés Manuel López Obrador, prácticamente sin evidencias, motivo por el cual cientos de migrantes, principalmente mexicanos, se dieron cita el domingo pasado en la sede del diario New York Times para expresar su respaldo al presidente de México, y exigir “respeto” al diario estadounidense, ubicado en el número 620 de la Octava Avenida, en Manhattan.
Al grito de “respeto”, “AMLO amigo, el pueblo está contigo”, y pancartas con la leyenda de “New York Lies”, los hispanohablantes difundieron videos de la movilización mediante redes sociales.
Uno de los manifestantes tomó el micrófono y exclamó “señor Presidente, aquí está tu pueblo, el pueblo que te apoya. Sin estar dañando ningún inmueble, aquí estamos. Todo tu pueblo está aquí, expresando, manifestando su opinión”, llevaron consigo banderas de México y entonaron el Himno Nacional Mexicano.
Debemos recordar que Estados Unidos se conformó con migrantes de todo el mundo, luego de exterminar a los nativos de este territorio, a sangre y fuego sin importar si eran mujeres, ancianos o niños, borrando la memoria de sus pueblos originarios. Ahora, ese mismo odio, la saña contra los que consideran inferiores se acentúa desde las autoridades y sin olvidar que muchas veces son los mismos migrantes, de ascendencia latina, incluso mexicana, quienes terminan por discriminar a sus hermanos.
Son tiempos electorales en ambos lados de nuestra frontera norte y las agresiones que no por ser repetidas terminan por ser comunes; al contrario, deben ser tomadas en cuenta y castigadas. Lo mismo que las traiciones a la Patria y la falta de respeto a las figuras emblemáticas del nuestro país.
No se trata de defender un partido o a una persona sino la voluntad de más de 30 millones de mexicanos que apoyaron un proyecto político por el actual Presidente de México. Pero como para algunos vale más la competencia electoral y el triunfo en las urnas que el patriotismo exhiben su falta de apego a símbolos de México y tratan de desestabilizar el gobierno por vías no democráticas.
La campaña de desprestigio contra regímenes democráticos desde Estados Unidos pareciera ser una consigna en el vecino país, ya que han arremetido contra el Presidente de Colombia, de Bolivia, le hicieron un golpe de Estado a Pedro Castillo, en Perú y lo han intentado con Lula da Silva, en Brasil. Si a esto añadimos los impulsos no sólo políticos sino económicos de las oposiciones conservadoras de esos países, encontramos una embestida de la derecha muy afín a buscar el poder por causes poco legales.
El reclamo de los mexicanos frente al New York Times, donde no sólo había mexicanos sino latinos de otros países, es una muestra de que son conscientes de su poder, de su importancia política y, sobre todo, electoral.
Si tomamos en cuenta que los latinos con derecho a voto en Estados Unidos rebasan los 20 millones, y la diferencia de votos entre Donald Trump (74’223,251) y Joe Biden fue de (81’281,888) poco más de 7 millones, encontramos que pueden darle la voltereta a cualquier pronóstico electoral. Más aún si vemos que el abstencionismo actualmente rebasa el 60 por ciento (66.6 por ciento), equivalente a 158 millones de votos, con la no participación de los latinos tendrían 178 millones de votos, más del sobre que cualquiera de los contendientes, lo cual colapsaría la supuesta democracia bipartidista del sistema político del vecino país del norte.
Esa protesta de migrantes latinos no sólo debe ser tomada muy en cuenta por los directivos y socios del New York Times, sino por las propias autoridades de Estados Unidos, porque bastaría una sutil sugerencia de voto o de abstención para echar abajo la pantomima de la supuesta democracia perfecta de ese país.