Columna ‘Sinapsis’
Por: Alejandro
Bustos
Estamos a unas cuantas semanas de
despedir el 2023, y las esperanzas de que el inminente año nuevo sea mejor
parecen diluirse a pasos agigantados. Al menos para la clase política. Y es que
venimos de presenciar este pasado fin de semana la culminación de un circo sin
precedentes en la historia moderna de nuestro país.
Nuevo León, estado que normalmente
tomamos como ejemplo para el resto del país como punta de lanza de prosperidad,
se convirtió en un botín político que dos facciones buscaban apropiárselo y repartírselo
desesperadamente, causando una crisis de gobernabilidad inédita. Entre las
indecisiones de Samuel y la opacidad sobre su proceso de licencia, la SCJN (minutos
antes de las 12:00 am, momento en el que expiraba el plazo que marca la ley para
separarse definitivamente de su cargo) emitió una resolución que le concedió la
razón al congreso local, ratificando a Luis Orozco como gobernador interino por
6 meses. Claramente acorralado, el gobernador de extracción emecista, decidió
renunciar a su aspiración presidencial y unilateralmente le puso fin a su
licencia.
Hace apenas unas cuantas horas, y
después de un periodo de incertidumbre jurídica, el vicefiscal del estado, Luis
Orozco, convocó a una rueda de prensa para anunciar que le ponía fin a su corto
periodo como gobernador interino y, al mismo tiempo, el congreso local convocó
a sesión para ratificar que Samuel García retomaba sus funciones como
gobernador constitucional, poniendo fin a la campaña presidencial más corta de
la historia.
Rumbo al 2024
Si usted se pregunta, ¿esto de qué
manera impacta en las elecciones del año entrante? Permita que le dé mi no tan
humilde opinión. De entrada, hay quienes creen fervientemente en las teorías de
conspiración que señalan que quien estaba detrás de la fracasada campaña
presidencial de Samuel, era el propio presidente AMLO tras un acuerdo con
Dante. ¿La finalidad? Dividir votos de cara a la elección del año entrante para
favorecer a Morena. Si lo analizamos con frialdad, hay algo de viable en esa conjetura
ya que, en teoría, se podría considerar que la incipiente candidatura de Samuel
supondría un problema para Xóchitl. Yo, sin embargo, discrepo.
Movimiento Ciudadano es un partido
ideológicamente izquierdista y que aglutina a una gran cantidad de Morenistas
decepcionados e iliberales arrepentidos. Su postura de izquierda “moderada”
posee un gran atractivo para ese espectro del electorado que se deja seducir
por las políticas públicas progresistas que ellos representan.
Por lo tanto, si su plataforma se
hubiera materializado, yo vería más lógico que una gran cantidad de morenistas
e indecisos hubieran brincado al barco naranja. Después de todo, hubo quienes
literal le suplicaban a Marcelo Ebrard que aceptara la oferta del exgobernador
de Veracruz y líder nacional de Movimiento Ciudadano, de ser su candidato
presidencial. Por lo que no es ilógico pensar que la que hubiera perdido votos
en primera instancia hubiera sido Claudia Sheinbaum, que es la puntera, y no
Xóchitl, que está francamente estancada en un lejano segundo lugar, según
múltiples encuestas.
Es importante recordar que a la
senadora con licencia también le gusta coquetear con esa postura de izquierda
progre (reconocido por ella misma el día de su registro como precandidata del
PRD) pero la realidad es que su campaña no le está llegando a los jóvenes con
mucho entusiasmo, cosa que la campaña de Samuel, gracias a la inestimable ayuda
de su esposa, la influencer Mariana Rodríguez, sí estaba consiguiendo.
Por lo que ahora que él está fuera de
concurso, gracias a sus lamentables arrebatos y a su evidente torpeza
negociadora, las cosas se quedan justo como estaban hasta hace dos semanas que
él irrumpiera en escena: con la candidata oficialista en un preocupante y
sólido primer puesto, con Gálvez en segundo lugar y con MC en el limbo,
esperando escojan otro candidato que coloque en la boleta electoral del año
entrante un menú representado por tres tipos de izquierda: la guinda, la
naranja y la rojiazul.
Muchos se alegraron de la caída de
Samuel; sobre todo, los presidentes del FAM que operaron abiertamente en contra
de él, pero ¿realmente tienen motivos para festejar? ¿Qué hará Xóchitl para
revertir esta tendencia a la baja? Aparte de desear por un milagro, tendrá que esperar
a que le escojan a los mejores perfiles candidatos para acompañarla en sus
recorridos a nivel nacional e intentar ganar, a como dé lugar, el Congreso de
la Unión. Eso sí, no olvidar lo que la propia legisladora local y exaspirante a
la gubernatura del estado, Anilu Ingram, denunció en su día: están dejando
fuera a la sociedad civil y Veracruz no es la excepción. Y hablando de
Veracruz…
Pepe Yunes:
opositor o aliado oficialista
El día de ayer, la comida anual de la
asociación política ‘Alianza Generacional’, nos dejó una bonita postal: la
unión de los 3 Yunes (Pepe, Héctor y Miguel Ángel YM) demostrando que la
alianza en Veracruz es una realidad que avanza y, que además, añade a un conocido
exoperador morenista: Gonzalo Vicencio. Todo esto sería sensacional si tan sólo
el candidato tuviera otra actitud.
Llámeme loco, pero creo que a Pepe le
falta energía y entusiasmo. He seguido de cerca sus últimas apariciones
públicas y su comportamiento me parece de todo menos el de un candidato
opositor. Pongamos dos ejemplos concretos: tan sólo el día de ayer, a su
llegada a la convención Yunista, fue entrevistado por los medios de
comunicación allí presentes, y ante una de las preguntas de los reporteros
acerca de cómo veía lo acontecido en los últimos días en el partido naranja,
Pepe se deshizo en elogios hacia Dante Delgado, llamándolo “uno de los mejores
políticos que han emanado de Veracruz”; lo anterior, a pesar de que el
exgobernador ha declarado por activa y por pasiva su desprecio por la clase
política priista (negándose a participar con el FAM), pero eso sí: le auguró
que su partido “tendrá una gran participación”. Vale, me dirá Usted que sólo
está siendo fiel a su estilo caballeroso y educado, pero qué me dice entonces
de su entrevista con Loret.
Hace un par de días, el expresidente
estatal del PRI, estuvo como invitado en el noticiario que conduce Loret de
Mola, en Latinus, y la verdad fue sonrojante su participación. Entre varias
perlas que soltó, dijo que su rival en esta inminente contienda electoral, la
exsecretaria de energía, Rocío Nahle, fue una “mala funcionaria pública” (por
insistencia puntual del reportero) pero poco le faltó para pedirle perdón. En
más de una ocasión, aseguró que tanto ella como el gobernador Cuitláhuac, le
“merecían todo su respeto, ya que esto no era un tema personal”.
Posteriormente, cayó en una breve
contradicción, ya que Loret le preguntó si la alianza impugnaría la “ley Nahle”
(la cual le permitió a la senadora con licencia obtener la ciudadanía
veracruzana a pesar de haber nacido en tierra zacatecana) y se apresuró a responder
que lo harían “sin ninguna duda”; ante la reiteración del entrevistador que
visiblemente feliz le preguntó de nuevo para confirmar la exclusiva, el
candidato, en una actitud completamente errática, se desmintió a sí mismo y
tiró de un topicazo: “no, no hace falta; los veracruzanos saben quiénes sí
somos veracruzanos”.
Aprovechó para añadir que “lo que está
bien hecho por el gobierno federal, no tengo ningún empacho en reconocerlo”.
Aquí cabe la pregunta: ¿Es realmente así cómo debe expresarse un opositor? Es
extraño que Pepe no conozca a su electorado, ya que si hay gente que está
dispuesta a votar por él y por su partido, es precisamente porque están
completamente hartos de este gobierno y para ellos no ha hecho nada bien. Y él
debería saberlo y reconocerlo de manera pública.
A muchos les gusta su estilo
políticamente correcto, pero a mí me deja serias dudas que le vaya a resultar
eficiente en una campaña polarizante, y en donde él parte en clara desventaja, ya
que como opositor debe confrontar abiertamente al partido en el poder. Muy
atrás quedó la etapa de la tibieza, la gente quiere conocer el perfil de alguien
que les prometa mejorar sus condiciones de vida pero denunciando, de paso, al
gobierno en turno. De continuar esta tendencia, mucho me temo que va a ser muy
difícil vencer las dos grandes armas con las que cuenta el oficialismo: su
aparato burocrático y el abstencionismo.
Pepe tiene que entender que hay una
nueva forma de hacer política y que su papel es el de un opositor, no de un
aliado del gobierno, como solía ser a lo largo de su carrera. En lugar de
“reconocer las cosas buenas”, podría decir que “el de AMLO, es el gobierno más
inepto de la historia”, aunque quizás sería mucho pedir.
El legislador peroteño presumió en esa
entrevista que esta será su décima campaña, que ha ganado 7 y ha perdido 2.
Pero si no modifica su conducta me temo que su número aumentará a tres.
Comentarios:
X/Twitter:
@alecbustos
Mail:
alejandrobustosf@gmail.com