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miércoles, 29 de marzo de 2023

Crónica de una clase de historia

En el año 2003 yo estaba por ingresar al segundo semestre del bachillerato. En el primer semestre no me había ido muy bien porque caí en una escuela que era de Franciscanos llamada Margil en la cual había ingresado en Aguascalientes.

Cerca de mi colonia estaba el colegio Marista que también era de cristianos, pero de otra protesta y quiero dejar claro que no era algo que me desagradara. Estaba muy interesada en estudiar en ese colegio porque aparte de que podía llegar caminando desde mi casa, muchos de mis amigos de la secundaria iban ahí y académicamente era de los niveles más altos de la ciudad.

Decidí dialogar con el director y logré convencerlo de que me evaluara, aunque ya había pasado la fecha oficial de admisión, el acuerdo era que, si yo obtenía una calificación alta en el examen, ingresaría de inmediato. Hice el examen, lo pasé e ingresé al Marista y, aunque mis padres no estaban de acuerdo en el proceso, yo estaba muy conforme con mi éxito pasajero.

 Si hubiera sabido que mi condición de adolescente y los problemas por los que pasa una joven de esa edad sabotearían mis estudios, no hubiera insistido tanto. Pero mi naturaleza me obligó a luchar por mis ideales y logré mi propósito: estudiar en la mejor escuela preparatoria de Aguascalientes.

 Alrededor de la mitad del semestre, en la clase de historia, la profesora nos dio la clase libre, ignoro por qué. Todos festejaron y platicaron toda la hora, menos yo porque me gustaba la historia.

Estábamos repasando el libro de Historia de México de Enrique Krauze y yo quise leer el capítulo que se suponía íbamos a leer en esa clase.

Los maestros me odiaban por mi naturaleza rebelde ante ser adoctrinada y ellos me enfadaban por su empecinamiento en adoctrinarme, pero mi caso siempre fue muy particular por presentar un alto coeficiente intelectual. A pesar de su disgusto hacia mí, a la maestra le llamó la atención mi interés por el libro y al finalizar la clase me regaló un punto extra por haberle explicado lo que leí.

Lo principal que quiero comunicar en mi columna de hoy es que en lo personal e intelectual me ha lastimado mucho la mediocridad que lleva pasando México en sus sistemas educativos desde hace años.

Lo único que me queda para contrarrestar el bajo nivel en este sistema es hacer trascender los conocimientos que logré adquirir prácticamente por cuenta propia gracias a que mis padres fueron siempre muy didácticos durante mi desarrollo y mi interés innato por la lengua inglesa.

Y no sólo en México -en donde los estudiantes prefieren saltar de un segundo piso que soportar las acusaciones de sus compañeros y la negligencia de su profesor o profesora que ni siquiera intentó proteger al indefenso niño- sino también en Estados Unidos en donde ir a la escuela ya es un asunto de vida o muerte por las balaceras premeditadas por sus mismos alumnos.

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