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miércoles, 25 de enero de 2023

Televisa y el diablo


Todos sabemos que la televisión es un aparato que sirve para nuestro caprichoso entretenimiento. Parece una idea magnífica tener un aparato a nuestra disposición las 24 horas del día sólo para mantener nuestra distracción alimentada, pero todo esto me genera un dilema de ¿quién trabaja para quién realmente?

 ¿Quién siente la soledad cuando acapara todo, el aparato o el humano?

 Hoy en día estamos acostumbrados a ver cualquier tipo de imágenes en pantalla, pero antes era sorprendente ver a los famosos hacer su magia frente a nosotros en nuestra propia casa.

 En mi muy particular experiencia con este revolucionario invento, mis familiares tuvieron mucho que ver. Claro que comprendo que cuando una mamá tiene a su bebé inquieto de tres años de edad y necesita media hora para descansar para poder educar con cordura a su crío, la televisión es una herramienta útil. Y de paso pone de buen humor al bebé y por ende a la madre.

 Como en todo, si se sabe utilizar la herramienta, nos será útil. De otra manera, si no la sabemos utilizar corremos el riesgo de volvernos útiles para ella.

 Lamentablemente la mayoría de las personas no saben. Y de quienes están detrás de los programas, noticias, hasta caricaturas que todo el mundo ve, ni siquiera sabemos de dónde vienen, quiénes son y qué pretenden.

 He presenciado dramas con personas que evidentemente vieron María Mercedes, o cualquier telenovela que estén pasando en la actualidad, porque se expresan idéntico.

 Creo que en México muchos de los jóvenes que empezaron, por ejemplo, a consumir alcohol en los años 90 fue porque vieron que un fornido y guapo actor de ojos azules lo tomaba junto con Araceli Arámbula mientras ella caía enamoraba a sus pies.

 Y claro que los jóvenes asociaron el tomar alcohol con que una mujer bonita simpatizara con ellos. Y lo peor es que a mucho sí les funcionó. Sí tuvieron a las mujeres bonitas o lo que sea que quisieran, pero ellos bien podrán responder ¿a qué precio?