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sábado, 14 de enero de 2023

Desenmascarar el fantasma de la situación actual


Estoy seguro de que la dignidad del ser humano es libertad y para alcanzar la libertad hay que poseer un espíritu libre que pueda decir la verdad. La libertad y la verdad van siempre de la mano, pues la primera es un don que Dios le dio al hombre, por tanto, uno es libre de pensar, obrar, también de no obrar y, por supuesto, de hablar, pero debe hacerlo con reflexión, buscando siempre la verdad y la justicia, sin pasar por encima de la dignidad de nadie. 

Estoy de acuerdo en que somos libres de exponer nuestras ideas, pero esto debe hacerse sin que nos mueva el odio, el desprecio, o la ofensa hacia los demás; el respeto forma parte de la libertad.  

“Solo quien conoce al Creador, conoce la realidad y es capaz de responder de forma objetiva y de modo realmente humano”, por ello, urge y es necesario tener conciencia de la situación actual que afecta al mundo entero. Me refiero a la globalización, como un fenómeno complejo que posee diversas dimensiones económicas, políticas, culturales, comunicacionales, etc., con tintes de poder, con el cual se ha llegado a poner en riesgo la importancia de la vida humana, los valores como la verdad, la justicia, el amor y, de forma especial, la dignidad de las personas. 

El peligro de la globalización es la estructuración del poder totalitario que no ha sido electo, que no es visible, reconocible, ni se encuentra asentado geográficamente, sin embargo, creo que las decisiones que toman estos grupos impactan en el mundo. Realizan estos actos por la vía digital y en fracciones de segundos llegan a los hogares de las familias, ellos son quienes realmente tienen el poder. El enemigo número uno lo encontramos en las redes sociales, con un mensaje perverso, inmoral y estratégico para conveniencia propia.

No se trata de una cultura, solo de la interconexión y del intercambio de culturas y productos asociados al control, es decir, al poder totalitario en su perversión. 

En cuanto a nuestro país, aunque se defienda la democracia, esta misma niega los valores en la práctica e impera una violación de los derechos humanos, así como la inseguridad. Estos regímenes de aparente democracia crean un aparato gubernamental para controlar y tener el “poder”, es decir, un neototalitarismo, algo así como “un lobo con piel de oveja”, que al menor descuido entierra los colmillos.

Creo que es necesario pasar de víctimas a actores activos pues, desde nuestra trinchera, podemos abonar para un mejor desarrollo. El futuro puede ser mejor si hay verdad, porque esta da certidumbre; las víctimas se hacen los mártires mientras los actores asumen la responsabilidad de sus actos y buscan construir un mejor futuro, todo ello, viviendo en la verdad. Por consiguiente, me pregunto qué pasaría si fuéramos actores sociales activos y nuestra arma fuera la verdad.

Reconozco que quien quiera asumir la verdad con su vida, sus palabras y obras, debe estar abierto a que se le considere un utópico o un soñador; así mismo, considero a la libertad como un bien elevado a alcanzar, por ello, creo que el gobierno debe dar condiciones para contribuir a la libertad como un “progreso sumo”.

La libertad que usamos ordinariamente siempre va emparejada con la verdad y me parece que esta es, además, un asunto exclusivo de la voluntad. Por tanto, hay que desenmascarar el fantasma de los acontecimientos dados en el mundo globalizado.