Mutatis mutandis
Por Rafael Arias Hernández.
Como otras, sus influencias y consecuencias las
padecen y sufren, las generaciones
presentes y futuras.
Se sabía y alertó, era de esperarse una crisis en el
sector educativo, así como en la Economía y las finanzas públicas.
Recuérdese. La educación es, antes y después de todo,
derecho humano y obligación de Estado.
Así de simple.
¿En dónde estaban y están los gobernantes y funcionarios
públicos encargados de preverlas y atenderlas? ¿Qué hacían y hacen, además de
cobrar y subsistir parasitariamente, con cargo al presupuesto? ¿Con qué
información confiable, actualizada se cuenta y dispone, para consulta pública?
¿Cuáles son los estudios y diagnósticos en los que se basan las decisiones
gubernamentales y sus políticas y acciones?
Hay que preguntar y decirlo, porque se ha vuelto
costumbre, para muchos gobernantes, hablar de lo que no saben, atender lo que
ignoran y resolver lo que desconocen. No entienden, ni atienden, ni distinguen
lo necesario y urgente. Improvisan, fantasean, e imponen ocurrencias y
barbaridades, distractores y entretenimiento. Y claro los problemas crecen, se
multiplican y complican.
Abundan, las oportunidades de comentar los efectos en la
Educación, sus pérdidas y retrocesos, así como sus oportunidades y
potencialidades.
Habría que decir que, si bien demasiado será afectado
y trastornado, habría que considerar y tomar muy en cuenta, las diferencias y
características de los diversos niveles educativos, sus formas y medios, así
como las distintas regiones donde se
realiza.
Por lo pronto, aproximadamente, 38 millones de alumnos, 4 millones de académicos y trabajadores y,
desde luego, las familias de ambos, han sido afectados directamente.
Urge analizar y revisar, causas y consecuencias en
todos los niveles: preescolar, primaria, secundaria, bachillerato, superior y
capacitación para el trabajo.
Atenderse y considerarse, aspectos importantes, de
acuerdo a cambios en horarios, medio
educativo (preponderantemente a distancia), material y equipo de enseñanza y
aprendizaje.
Incluso, actualizar
y analizar, que se puede y debe hacer. Utilizar infraestructura, material y
equipo, y recursos humanos disponibles, en el sector educativo. Se habla de más de 300
mil escuelas.
¿Queremos edificios vacíos, oficinas, salones, mobiliario y equipo sin utilizar, ni
aprovechar? ¿De qué opciones y aprovechamientos se dispone?
¿Cuál conectividad, plataforma, digitalización y distancia?
¿Qué debe hacer la Universidad Pública?
Todo un mundo con su complejidad y trascendencia
propias.
SERVIDORES PÚBLICOS QUE SIRVAN.
Nunca está por demás insistir e insistir.
Quienes gobiernan, sean electos o contratados, funcionarios,
o simples servidores públicos, todos están para servir a quien de origen y
permanentemente, es y tiene la autoridad: esto es, la soberanía popular.
Servir siempre
legal y legítimamente, basados en el
Estado de Derecho y el seguimiento, control y evaluación ciudadana y social.
Obligados a entregar, en tiempo y forma, resultados positivos, efectivos y
comprobables, con el buen uso de recursos públicos y atribuciones
institucionales.
No con repetidos y desgastados discursos, inundados de
buenas intenciones y mejores declaraciones. Ni con entretenimiento, distracción
y encubrimiento, ante incumplimiento, simulación o desviación de obligaciones y
deberes; o ante ocultamiento o minimización de errores, pérdidas, retrocesos y
hasta actos delictivos. Cumplir y hacer cumplir la ley, a tiempo, a todos y en
forma efectiva.
Con o sin pandemia, a los gobiernos se debe exigir siempre, suficientes y efectivas políticas y acciones, que
garanticen buenos y mejores resultados.
Nada de que el gobierno se define, adapta y fortalece
solo; mucho menos que se autodefine y manda por su cuenta.
Recordarlo y tenerlo presente pues, en una Democracia,
hay que renovar e innovar, apoyar o corregir, actitudes y enfoques
gubernamentales y sociales, sobre todo, frente
a la nueva realidad, que día a día se hace presente.
En todo caso y situación,
es imprescindible presencia, participación y evaluación ciudadana y social. Nunca
olvidar que todos y cada uno de los servidores públicos debe servir.
Responsabilidad, capacidad. Eficiencia y honestidad.
A las crisis de salud,
seguridad pública, economía y finanzas públicas, hay que agregar la de
educación y las que siguen.
Cierto que algunas, son
alentadas por contextos e influencias nacionales y mundiales, como la
ocasionada por la pandemia que vino a afectar, el de por si cuestionado y
desatendido sector salud gubernamental, tanto insuficiente como deficiente y,
ahora, indiscutiblemente urgido de apoyo y fortalecimiento.
Y cierto también que
otras crisis y problemas, se ocasionan,
complican y aceleran por gobiernos que no saben lo que hacen; o
incapaces, ineptos y corruptos, no hacen
lo que deben hacer.
Inocultables, aumentan
los millones y millones de desatendidos o abandonados, víctimas y sacrificados, por gobiernos
incapaces de hacer realidad, tanto el derecho a salir de pobreza, hambre y marginación; como, disminuir y erradicar,
inestabilidad, corrupción y violencia.
Muertos y más muertos, el denominador común de
gobiernos de todos colores, ámbitos y niveles. Imprescindible distinguir buenos
de malos o peores. ¿Quiénes cumplen, son responsables y capaces? ¿Quiénes son
ineptos o incapaces, corruptos y hasta delincuentes?
Es el hacer y no el
decir; son los hechos y resultados comprobables, no los discursos y
distractores, los que sirven y ayudan. Incuestionable, los resultados los
delatan y señalan, los identifican y distinguen.
Ante ciudadanía y
sociedad que aspiran tener más y mejores oportunidades, y que exigen sostener
un proyecto de vida digno y propio.
Hoy como siempre, es
preciso entender y atender la magnitud, dinámica y alcances del cambio. Empezando,
por exigir información y análisis, diagnósticos y estudios actualizados,
sustentados y confiables. No se puede atender y resolver lo que no se sabe o
mal conoce; y además, asegurarse de consolidar y fortalecer lo positivo y
favorable alcanzado, así como cambiar lo que se deba cambiar, porque asegurar
logros y avances, y reformarse y actualizarse, es también, un deber ineludible
del gobierno. Si no lo hace, si no cumple cuando menos con la doble obligación,
de atender el presente y prever el futuro, entonces hay que cambiar el gobierno
y, desde luego, señalar responsabilidades, enjuiciar y aplicar las sanciones
correspondientes.
Por no hacerlo, prevalecerán
y dominaran, irresponsabilidad,
incapacidad e ineficiencia, caracterizando
e imponiendo gobiernos de corrupción y
delincuencia, simulación e impunidad.
Academico.IIESESUV
@RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH