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sábado, 19 de agosto de 2023

LA RESPONSABILIDAD INTEGRAL

 


RUAN ÁNGEL BADILLO LAGOS

La toma de consciencia sobre las responsabilidades propias de un hombre que llega a ser adulto dentro de una humanidad que desarrolla su cultura es uno de los mayores problemas que, hoy en la actualidad, dista mucho de ser ajeno a cualquiera de nosotros. Todos los hombres somos, pues, a la vez responsables e irresponsables. Todos son lo que son, una mezcla de bien y de mal.

De pequeños, nuestros padres o tutores nos dijeron “haz esto… no hagas aquello”, pero hoy que somos mayores, y aun de niños, descubrimos el gran regalo de la libertad y aprendimos que se debe hacer buen uso de ella. Considero que cada uno debe asumir sus propias responsabilidades, asumir en consciencia la responsabilidad; por ejemplo, al momento de votar y de actuar ante cualquier circunstancia como ciudadano, padre o hijo. 

Somos responsables de nuestros propios actos y de las opciones decisivas incluso al momento de prever y querer; todos los días debemos ser responsables de nosotros mismos y de quienes estén bajo nuestra tutela; incluso de los demás, es decir, del necesitado.

Asumir con prestancia las consecuencias en torno a la vida de los demás es trascendente, por ello, es importante promover principios prácticos saludables para mejorar nuestra consciencia en favor del bien común, así como muchos otros actos que, de forma responsable, se pueden llevar a cabo en el quehacer cotidiano.

Existen diferentes ámbitos de responsabilidades, por ejemplo, la responsabilidad ante la sociedad. Esta nos sitúa ante los otros con los cuales hacemos nuestro mundo circundante, porque las elecciones y procederes pueden afectar a los demás para bien o mal. Así mismo, mi consciencia dice que somos responsables de la humanidad, aunque exista indiferencia hacia ella. Esto tiene mayor relevancia en nuestros días, incluso si puede sonar exagerado. ¡Sí somos responsables de lo que les pase a los seres humanos!, en menor o mayor grado, por el hecho de ser de mi misma especie. No se trata de cargar en nuestros hombros la realidad de la humanidad, sino que, más bien, al compartir relaciones la misma especie se entreteje una gran red y, al mirar a los demás, se nos plantea la opción de vernos en el espejo de los demás. En efecto, “somos una gran familia”, de tal suerte que si uno mejora, todos mejoramos. Aquí es importante abrir el corazón ante los demás con sentido de responsabilidad; por otra parte, se encuentra la responsabilidad con la naturaleza. A este respecto mucho se ha hablado, solo permíteme comentar que la perspectiva debe ser integral, es decir, estar a favor de las reservas ecológicas es bueno, pero despreciar al pobre o no ayudarlo es incongruente. La responsabilidad debe ser integral.

Sin embargo, cuando asumimos que la vida es una red de relaciones y que somos responsables del medio ambiente, la sociedad, la cultura y de nuestros seres queridos, la responsabilidad es integral y no solamente parcial, porque podemos caer en el riesgo del egoísmo o en la idea superflua de ser responsable con quien me place. Para concluir, sería irresponsable de mi parte omitir el compromiso y la responsabilidad ante Dios, pues la fe religiosa nos lleva a pensar que poseemos una responsabilidad ante Dios para cumplir, por amor, sus preceptos.