El hombre ansía la paz en lo más profundo de su ser, pero al ignorar la naturaleza de este bien tan anhelado, cae en el riesgo de confundir el camino que conduce hacia ella y esto lo detiene a alcanzarla. Por ello, es fundamental aprender de la historia y de la propia experiencia para descubrir en qué consiste la verdadera paz.
Para que se llegue a apreciar
en pleno valor la dignidad que deja la paz, este bien tan necesario, se hace indispensable
saborear los momentos ordinarios y extraordinarios que se presentan en nuestro
diario vivir con respeto y paz, pues en todo momento se pone en juego la paz y
ésta se puede perder fácilmente si no se presta atención.
¡La paz se pierde
cuando damos paso a la injusticia y a la desesperación!
La mesura que presentamos al
conducirnos, apaciguar los sentidos, cumplir con los compromisos contraídos y
escuchar con atención son solo consecuencias del impacto que deja la paz en las
personas que han logrado alcanzarla. Esto da lugar a una vida tranquila, con el
bienestar de la existencia cotidiana.
El hombre que vive en armonía
con la naturaleza, consigo mismo, con Dios y con los demás tiene buena salud
física y espiritual, por ello, lo asume todo con plena pasividad y mansedumbre;
para él la paz es concordia. En una vida ruidosa, ajetreada en ocasiones, casi
siempre con la propia familia, o aunque los vecinos se tornen incomprensibles, él
se mantiene en paz. No deja que nada se la arrebate.
Ahora bien, la paz se desea,
pero también se construye conforme las disposiciones pacíficas. Frecuentemente
se conquista el éxito, el triunfo, la fama, pero se deja de lado la paz.
La paz comienza con una
sonrisa, es todo aquello que se hace bien. Lo contrario trae discordias,
rencillas e inconformidades; la clave es la justicia, ya que el hombre justo
tiene prosperidad, ésa es la suma de todos los bienes otorgados. Comer, como
decía la abuela, un plato de frijoles en paz, vale más que un guiso suculento,
dormir tranquilo sin temores ni exaltaciones es una delicia, fruto de la paz conmigo
mismo y con los demás. ¡La paz es un estado que hay que conquistar!
Sin embargo, vivir en
seguridad social es todo un ideal; se rompe pronto, basta recordar los últimos
hechos suscitados en el país para darnos cuenta de que hace falta construir
juntos ambientes de paz.
Establecer la concordia y la
tranquilidad es tarea de todos. La paz es buscar el equilibrio en nuestras
mentes y en nuestro corazón, es decir, que la persona que no está en paz
consigo misma, seguramente estará en guerra con los demás.
Por último, quiero aclarar que
la concordia no significa igualdad de pensamiento, por lo contrario, es
convivencia y respeto de pensamiento sin llegar a imponer las ideas propias.
Libertad, justicia, trabajo, seguridad, participación, respeto individual,
familiar y social son algunos valores que hace falta aquilatar en nuestro país.
En virtud de la realidad que
se torna en un problema que reclama atención de todos, es indispensable hacer
conciencia sobre tal necesidad y contribuir, desde mi ser y quehacer, un
ambiente de paz.
Existen diferentes organismos
nacionales y consejos mundiales para promover la paz, pero creo que hay que empezar
por darle continuidad al diálogo personal y social para buscar juntos caminos
de justicia y de reconciliación entre las personas, las familias, la sociedad y
los pueblos, lo cual nos permita vivir en concordia y paz.
ruan-62@hotmail.com