Si la iglesia católica se lo propone es capaz de convocar y movilizar más gente que el propio gobierno, posee mayor credibilidad, ha sobrevivido por siglos a imperios, reinos y gobiernos de toda laya, dictaduras incluidas. Una muestra de su influencia en la sociedad es lo ocurrido este domingo en los templos religiosos del país.
Es tal su poder que Luis Echeverría fue el primer presidente
mexicano en visitar al papa en Roma; Juan Pablo Segundo vino a nuestro país en
1979 recibiéndolo personalmente José López Portillo, y Carlos Salinas de
Gortari se vio obligado a establecer relaciones diplomáticas entre México y el
Vaticano y reconoció la personalidad jurídica de las iglesias.
De este tamaño es la fuerza de esta milenaria institución a
la que el presidente Andrés Manuel López Obrador se está enfrentando debido al
asesinato de dos jesuitas y de miles de mexicanos.
La jornada de oración por la paz llevada a cabo ayer es una
seria advertencia de que el hartazgo por la inseguridad ha llegado al
límite. No ha funcionado la política
--no estrategia-- de abrazos, no balazos.
Ojalá sea de utilidad esta implícita manifestación pacífica
en pro de la paz y en contra de la violencia
Cambio de tema. Entre 1987 y 1988 visité a Luis Echeverría en su residencia de San
Jerónimo. Años después coincidimos en una reunión, también en Ciudad de México.
Como periodista, me interesaba conocerlo en persona y entrevistarlo.
Durante su régimen se habló de intentos de golpe de estado, reelección, mini maximato y
búsqueda del premio nobel de la paz. Al dejar la presidencia, se postuló para
dirigir la ONU y perdió.
Con sus asegunes, existen algunas similitudes entre
Echeverría y López Obrador. En este gobierno también corren rumores reeleccionistas,
golpistas y de diversa índole.
Mis preguntas nunca fueron contestadas por el polémico
expresidente. Habló, habló y habló y lo único que me dijo mirándome directo con
sus pequeños ojos, fue:
--Por poderoso que sea, un presidente no siempre puede hacer
todo lo que quiera.
En el resto de mis preguntas, me bateó.
A la edad de 100 años se fue el viernes y ya no hablará más
de la masacre del 2 de octubre de 1968 ni del halconazo del 10 de junio de
1971. Cientos de estudiantes perdieron la vida en estos trágicos eventos en los
que Luis Echeverría figuró como actor político central.