v 22 mil jóvenes no podrán entrar a la Universidad Veracruzana
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Quien sabe cómo van las universidades Benito
Juárez
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Los títulos académicos comprados en Santo
Domingo
Por Miguel Angel Cristiani Gonzalez
Ahora que la
Universidad Veracruzana reveló que son 22 mil los jóvenes que aspiran a
ingresar a alguna carrera de la Máxima Casa de Estudios y que no podrán hacerlo,
resulta oportuno cuestionar ¿Qué ha pasado con las llamadas universidades
Benito Juárez que el gobierno de la Cuatro T anunció hace ya algún tiempo, que
estaban siendo construidas precisamente para darles una opción a esos miles de
aspirantes que cada año quedan fuera?
Como todos los años,
cuando se va a practicar el examen de ingreso a la Universidad Veracruzana, se anuncia
el número de aspirantes que podrán entrar a las carreras que se ofrecen y
cuántos son los que quedarán fuera.
El mismísimo rector “doctor”
Martín Aguilar Sánchez confirmó que este año son 39 mil los aspirantes y que
solo 17 mil habrán de quedar inscritos, por lo que son 22 mil los y las que
tendrán que buscarle por otro lado.
Se supone que la
alternativa para esos miles de jóvenes son las universidades Benito Juárez, que
el gobierno federal anunció que se construirían en el estado, pero como hasta
ahora, el super Delegado Manuel Huerta Ladrón de Guevara anda entretenido con
otros temas, pues no se ha informado para cuando van a estar terminadas y mucho
menos para cuándo podrán empezar a funcionar.
Como tampoco se ha
informado cómo va el otro programa del gobierno federal Jóvenes Construyendo el
Futuro, que se supone también es otra alternativa de capacitación para quienes
no pueden ingresar a la universidad, pero también anda perdido en el limbo de
la transparencia.
La otra opción que
les queda a esos 22 mil jóvenes que no podrán inscribirse en la Máxima Casa de
Estudios es la de recurrir a alguna de las universidades patito, que son de
paga, pero en donde al final de cuentas se puede obtener un título que los
acredite como profesionistas.
A propósito de los
títulos universitarios, hay quienes se siguen preguntando todavía, el motivo
por el cual la Junta de Gobierno que eligió al “doctor” Martín Aguilar Sánchez
como rector de nuestra Alma Mather nunca publicó -como debió de haberse hecho-
los papelitos que acrediten los estudios de postgrado que en los currículos se
asegura que tienen quienes aspiraron al cargo.
Hay que recordar que
en este país, en donde no solo en la plaza de Santo Domingo, se pueden comprar
títulos falsos, sino hasta por internet se pueden pagar menos de diez mil pesos,
por un documento que avale haber realizado estudios en cualquier prestigiada
universidad, cualquiera que tenga para pagarlo puede tener colgado un documento
aparente.
Aunque también ya se
ha dado el caso de que la Secretaría de la Función Pública sancionara a un
servidor público por presentar un título profesional falso sin ninguna validez
oficial, a través del Órgano Interno de Control, destituyó e inhabilitó por
diez años para desempeñar un empleo, cargo o comisión en el servicio público,
precisamente a un docente.
El caso más famoso
fue el del que fuera secretario de Educación Pública federal en la
administración del presidente Ernesto Zedillo, el licenciado Fausto Alzati
quien tuvo que renunciar, luego de que se descubriera que no tenía el título
que aseguraba haber alcanzado.
Acá en el terruño
veracruzano, en la Máxima Casa de Estudios también se dio el caso de un alto
funcionario que se fue becado a Alemania y que luego de vivir en Europa varios
años, regresó con un diploma, que como estaba escrito en alemán, pues no había
quien lo tradujera, por lo que sus compañeros universitarios -conociendo sus
limitadas capacidades- lo vacilaban diciendo que no era un grado académico sino
un programa de algún festival artístico.
Lo cierto es que no
es tan sencillo obtener un diploma de postgrado en alguna universidad del viejo
continente, porque quienes conocen del tema, nos explican que se puede
conseguir un documento que ampare el haber cursado determinadas materias -algo
así como un certificado escolar- pero que eso no significa que se haya
alcanzado a tener una maestría o doctorado, como luego se hace creer acá.
Por eso es que hay
quienes luego de andar por el viejo continente regresan muy orgullos
presumiendo que ya tienen un doctorado, aunque en realidad es un certificado de
haber cursado materias, pero no de haber obtenido con todo lo que ello implica
el grado académico que ahora se presume.
Lo anterior que
pudiera parecer irrelevante, no lo es, porque precisamente en la Universidad
Veracruzana desde hace ya varios años, se exige a quienes aspiran a tener
alguna plaza como funcionarios o investigadores, incluso como simples
académicos, a que tengan estudios de postgrado para poder ser titulares.
Lo mismo ocurre
cuando se trata de tener una mejor categoría dentro del llamado Sistema
Nacional de Investigadores, creado desde el año de 1984, precisamente para
reconocer la labor y capacitación de prácticamente todas las disciplinas
científicas.
Por todo lo
anterior, es que si es importante el que finalmente, el recién nombrado rector
por la Junta de Gobierno -que debería de ser el Consejo Universitario en pleno
y no unos cuantos notables, la mayoría ajenos a la Casa de Estudios- que se
publicara también el título de doctor que se supone le fue expedido en alguna
universidad de Francia.
Ahora sí que como
diría Pancho López, el filósofo ateniense xalapeño: “papelito habla”.
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