Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
El consenso es general; lo que necesita Xalapa con
urgencia es mejorar su seguridad que es prácticamente nula, un programa de
pavimentación para casi todas sus calles, alumbrado público en colonias de la
periferia, embellecer sus parques y jardines, mejorar mercados y fachadas de
escuelas, organizar al comercio informal, auspiciar fuentes de empleo, mejorar
la vialidad y el servicio de limpia pública.
Y eso nomás para empezar porque además necesita de un
buen cuerpo de Bomberos y otro de Policías; de recursos y apoyos para los
elementos de Protección Civil, la Cruz Roja y cien etcéteras más.
Si bien es una exageración decir que Xalapa debe ser
refundada, sí demanda de una cirugía mayor. Si fuera un auto necesitaría de
hojalatería, pintura, afinación, balanceo, cambio de aceite, cambio de asientos,
de llantas y de parabrisas; nuevos chicotes para el freno y el acelerador,
nuevas luces delanteras y traseras y hasta cambio de la llanta de refacción.
De los aspirantes que deambulan por ahí y desean
gobernarla ¿quién será capaz de realizar tamaña tarea?
Ninguno. Si Hipólito Rodríguez Herrero se tardó tres
años y meses para dejar a Xalapa totalmente colapsada, se necesitarán treinta
años para que se recupere.
Es decir, a partir del 31 de diciembre de este año, la
ciudad requerirá de siete excelentes alcaldes o alcaldesas más dos años del
octavo, para salir del atolladero.
Y cuando hablo de excelentes hombres y mujeres hablo personas
pensantes, honestas, inteligentes, con liderazgo y altura de miras. Que sepan
escuchar y proponer, que traigan bajo el brazo un proyecto integral que tras
ser consensuado con la ciudadanía, sea la piedra de toque para que Xalapa se vuelva
a levantar.
Y en ese grupo no encaja el diputado Sergio Hernández
Hernández que acaba de pedir un permiso de 25 días al Congreso local (del 22 de
enero al 15 de febrero) para buscar por segunda ocasión la candidatura a la alcaldía.
Sergio ha sido dos veces diputado local plurinominal,
es decir, no ha tenido que buscar el voto popular. Su trabajo en la Legislatura
sobresale por su irrelevancia y es casi imposible que logre su anhelo porque no
es bien visto por la jerarquía panista (de Joaquín Guzmán Avilés para abajo) y
porque en la alianza PAN, PRI y PRD, al partido tricolor le toca escoger el
candidato para Xalapa.
Pero independientemente de lo anterior y en el
hipotético caso de que lograra la candidatura, Sergio no será un candidato ganador
porque no tiene empatía con los xalapeños que ya se dieron cuenta que votar con
el hígado resultó un pésimo negocio y no piensan cometer el mismo error.
Ególatra, soberbio, pagadito de sí mismo y señalado
por sus excesos, Sergio es la antítesis de lo que los xalapeños desean para su
ciudad.
¿Entonces no va?
No, no va y si va perderá sin remedio. No cabe en el
PAN y menos en el PRI o PRD. Y si va por un partido de reciente creación habrá
que aplaudir su tesón y lamentar su fracaso.
A pesar de su juventud, Sergio pertenece a la casta de
políticos acostumbrados a la promesa fácil, la retórica mareadora, la dádiva en
tiempos electorales y el gasto excesivo en promocionales que tienen hartos a
los votantes.
No es Xalapa quien se debe refundar, es Sergio
Hernández quien se debe reinventar si desea obtener (ahora sí en su tercer
intento) la candidatura para la alcaldía de Xalapa en el 2025 y eventualmente
alcanzar el triunfo.
Suerte para entonces.