Irresponsable ignorar o minimizar el surgimiento y presencia de aumento de los precios de los bienes y servicios. Más, por los enormes perjuicios y pérdidas que ocasiona.
De
acuerdo con INEGI y otras fuentes oficiales, en 2021 se alcanzó una inflación
promedio superior a 7.5%, que la convierte en una de las más altas en décadas;
la subyacente, poco más de 6 %; y la no subyacente superior a 11 %. Con
expectativas de aumento para 2022.
Efectos
que causan el desajuste entre oferta y demanda; el negativo, nulo o bajo
impulso al crecimiento económico; la pérdida en el tipo de cambio; y la
persistencia de políticas económicas insuficientes.
Millones
y millones de amas de casa y familias completas, a diario prueban y comprueban
que lo accesible se encarece, y los que hay no alcanza para comprarlo.
Imposible
ocultar, desatender o subestimar el notorio aumento de pobreza, hambre y
miseria. De múltiples formas y por muchas partes, se hace sentir el tamaño de
los daños y sacrificios que ocasiona a la población, el no atender, atender mal
o menospreciar la inflación que se padece y que no se va a resolver en automático.
Para
empezar, lo más notorio, es comprobar sus alcances de cobertura e influencia, tanto
local y regional, como nacional e internacional.
Comprobar
además, que en los hechos, buena parte de las respuestas gubernamentales, son
insuficientes, inapropiadas y ajenas a la realidad que se vive; es más, en sus
dichos se comprueba también, la persistencia del mismo discurso de “más de lo
mismo”, a veces adornado con excesos retóricos y declaraciones prometedoras de
resultados que no llegan o que se obtienen por otros medios, como el
indiscutible esfuerzo y afán de supervivencia de la población, que persiste en
buscar y encontrar alternativas de solución para atender sus necesidades
básicas y resolver sus problemas prioritarios.
Con
toda razón, la cultura popular, con frecuencia define la política económica de
los gobiernos, como el juego de la pirinola, en donde siempre a las mayorías les
corresponde: “todos ponen”.
El
tema de la inflación es uno de los indiscutibles temas, de necesaria y urgente
atención ciudadana, social y gubernamental. Desde siempre se sabe que su
tendencia es a empeorar, no se resuelve sola, y exige sustentación,
actualización e integración de políticas tanto de gobiernos, como de empresas y
de la sociedad en general.
Caro
muy caro, resulta ignorar, negar, minimizar y mal atender la inflación.
EL
TAMAÑO DEL DAÑO.
Ante
pocos o nulos resultados positivos, se debe insistir, que son inocultables: aumento
de precios, pérdida de capacidad de compra, y también, ausencia de políticas
gubernamentales efectivas y actuales.
Hoy
por hoy, de muchas formas se advierte y alerta, que debe revisarse, en los
hechos, el discurso oficial de “vamos bien y viene lo mejor”; y también, en
general el mensaje exaltador del “rollo del desarrollo”, la fantasía hipnotizadora
de los buenos deseos políticos, y las recurrentes expresiones de mejores
intenciones.
Por
lo pronto se sabe y comprueba que, la inflación en 2021 ha colocado al país,
entre los diez con más alto crecimiento del nivel de precios. Concretamente, en
este terreno, México se ha identificado en la séptima posición mundial.
Así,
Venezuela llegó a 1,198 % de inflación, Argentina a 50.9%, Turquía a 36.1%,
Brasil a 10.1%, Polonia a 8.6%, Rusia a 8.4% y México a 7.4%. Incluso se ha
comentado, que EEUU observo 7 % en 2021, considerada la más alta inflación
padecida por este país en 40 años. Y por el otro lado, sobresalen como las más
bajas, la de Japón 0.6%, Arabia Saudita 1.1%, Suiza y China con 1,5%. Lo
importante, es que de muchas formas se alerta y advierte que puede ser no
transitoria y que la afectación puede extenderse en muchos países, por varios
años. (Yolanda Morales. Eleconomista.commx.130122)
Para
otros especialistas, el impacto inflacionario debe analizarse junto con la
devaluación que puede acompañar a estos hechos.
Para
dar una idea, en un apretado resumen, de acuerdo con INEGI, en los últimos años,
México ha llegado a 7.4% en 2021, un 3.15% en 2020, un 2.83 en 2019, un 4.83%
en 2018, y un 6.77% en 2017.
Lo
que viene, ¿conviene? ¿Aceptamos que estamos en una complicada situación?
De
hecho, se padecen crisis acumuladas y profundizadas, interrelacionadas y en
aumento. Para empezar, debe tenerse presente que, en el 2020, se reconoció la
presencia de la crisis económica heredada, y el efecto de la pandemia, que todo
lo complicó.
En
fin, urge entender y atender las crisis presentes y crecientes.
-Academico.IIESESUV
@RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH