Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Para quienes no conocen Xalapa, la calle de Ignacio Allende
comienza en la glorieta de Los Sauces y sube por la parte posterior del Palacio
de Gobierno. Pasa por varios hoteles, cafés y restaurantes con años de historia
y es una arteria viva del centro de la ciudad.
En esa calle están las oficinas y el sindicato de
trabajadores de la CFE, y en ambas aceras hay comercios. Allende es una de las
vías más emblemáticas y transitadas de la capital veracruzana, pero está en
riesgo inminente.
Resulta que los comerciantes han sido amenazados por delincuentes
que les están exigiendo gruesas sumas de dinero a cambio de no incendiarles sus
locales.
“Vinieron y nos dijeron que teníamos que aportar
dinero; nos pidieron 50 mil pesos mensuales por cobro de piso y aparte dos mil
pesos semanales. De lo contrario van a quemar los negocios”, dijo uno de los
amenazados que junto con vecinos y compañeros presentaron su queja a las
autoridades y les pidieron protección. Pero éstas contestaron que no pueden
hacer nada mientras no ocurra algún hecho violento.
En otras palabras, la policía hará acto de presencia
hasta que haya una quemazón. Y su participación se limitará a acordonar el área
y tomar datos del negocio siniestrado, mientras los agentes ministeriales elaboran
una carpeta de investigación que terminará junto a un cerro de investigaciones
que llevan meses o años en calidad de pendientes.
Xalapa no era así a pesar de la inseguridad en otros
municipios.
Tan no habían crecido los problemas de inseguridad y
violencia, que el 31 de diciembre del 2017 el nuevo alcalde Hipólito Rodríguez
Herrero, ni siquiera los mencionó en su discurso de toma de posesión, que
enfocó en la obra pública y social para las colonias marginadas.
“Vamos a trabajar desde el primer día para evitar que
la desigualdad sea el rasgo dominante de la ciudad. En Xalapa la desigualdad se
ha instalado, por eso nuestro principal compromiso será darle atención a la población
que ha quedado rezagada”, dijo.
Y fue precisamente en esas colonias (a las que por
cierto no ha llegado la obra pública ni nada que se le parezca), donde surgieron
los brotes de violencia que ya arribaron al centro capitalino con su dosis de
asesinatos en pleno día. Y donde los asaltos y robos son lo que le sigue a
cotidianos.
Que Xalapa ocupe los primeros lugares nacionales en
feminicidios y secuestros no parece preocupar al alcalde, pero sí tiene en la zozobra
a los xalapeños.
Allende se suma a las calles del centro azotadas por
la delincuencia que actúa en la impunidad.
“Xalapa se vende o se alquila, lo que más te acomode”,
me dijo un empresario con el que recorrí varias calles cuyo denominador común
son los letreros de “Se Renta” o “Se Vende” en docenas de locales comerciales.
Si ya era grave que los cierres ocurrieran porque no
hay inversión y al no haberla no hay circulante y por consiguiente no hay ventas,
es aún más grave que a estos problemas se agregue el de la inseguridad.
-¿Qué hacer?-, pregunté al empresario.
-Unirnos como sociedad, porque está más que visto que
ni la autoridad municipal ni la estatal tienen voluntad de resolver el
problemón- contestó.
Por lo pronto, los vecinos de la calle Allende se
organizaron para tratar de contener los cristalazos, asaltos, robos a sus negocios
y la probable quema de éstos. El pasado viernes colocaron un cartel a lo ancho
de la calle donde advierten: Ratero: si te agarramos… ¡Te linchamos!
Con esto se unieron a decenas de barrios donde han
hecho lo mismo.
Xalapa está en una de las peores crisis de seguridad
de su historia y quien diga lo contrario miente.
Sin duda el ejemplo más palpable de esta crisis son
los ciudadanos que tienen que unirse para defenderse, porque las autoridades
que eligieron para que los protejan, han servido para maldita la cosa.