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miércoles, 20 de agosto de 2025

Nuevo Poder Judicial de la Federación

 IMPRONTA

Carlos Miguel Acosta Bravo*


Ayer se realizó la última sesión del anterior Poder Judicial de la Federación, presidida por la ministra Norma Piña, fiel a su costumbre la ministra del pueblo Lenia Batres no reconoció el trabajo realizado por sus compañeros ministros y permaneció impávida ante lo que fue la última sesión del la Suprema Corte de Justicia de la Nación.  Estamos así, frente al escenario de la renovación actual con jueces elegidos mediante tómbola, sumado a la baja participación ciudadana en este proceso, conlleva diversas implicaciones relevantes para la justicia y para la confianza de inversión en México. De esta manera a partir del 1 de septiembre de 2025 entrarán en funciones:

Nueve ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), quienes fueron elegidos por voto popular en la histórica primera elección judicial realizada el 1 de junio de 2025. La nueva SCJN tendrá una integración de cinco ministras y cuatro ministros, con mandatos de entre 8 y 11 años según los votos obtenidos. Esta reducción será  de 11 a 9 ministros en total.

También entrarán en función los Magistrados del Tribunal de Disciplina Judicial y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), quienes tomarán protesta y asumirán mandatos escalonados a partir del 1 de septiembre.

Iniciarán funciones jueces de circuito y jueces de distrito, en total se eligieron 386 cargos para juzgados de distrito, que son los órganos jurisdiccionales de primera instancia. Su toma de posesión es simultánea con la renovación de ministros y magistrados.

En total son 881 cargos federales judiciales los que entran en funciones el 1 de septiembre, incluyendo ministros, magistrados y jueces. Esto representa un cambio histórico porque por primera vez en México, gran parte de los jueces y magistrados, incluyendo a los ministros de la Suprema Corte, fueron electos por voto popular. La toma de protesta se realizará en tres ceremonias oficiales, con la instalación solemne de la Suprema Corte prevista para la noche del 1 de septiembre de 2025.

 

En el terreno legal se dan implicaciones para la justicia, cuestionamientos sobre la legitimidad y la calidad del Poder Judicial: La selección de jueces mediante un sorteo (tómbola), sin un proceso más riguroso o competitivo, puede generar dudas sobre la idoneidad, preparación y capacidad de los nuevos magistrados. Esto podría afectar la calidad técnica y el desempeño judicial.

La baja participación ciudadana y la percepción de arbitrariedad en la selección pueden incrementar la desconfianza de la sociedad en la autonomía, imparcialidad e independencia del Poder Judicial, fundamentales para un sistema judicial efectivo y equitativo. Existe también el riesgo de influencia política: Si el proceso es percibido como poco transparente o controlado por intereses políticos, aumenta la sospecha de que la justicia podría estar subordinada al Ejecutivo u otros grupos de poder, afectando el Estado de Derecho.

Esta renovación propiciará incertidumbre jurídica. Cambios abruptos y cuestionados en la judicatura pueden generar inseguridad jurídica, retrasos en resoluciones y menor eficacia en la administración de justicia, afectando derechos y garantías legales.

Existen implicaciones para la confianza de inversión y en paralelo reducción de la confianza de inversionistas nacionales y extranjeros: La estabilidad judicial es clave para atraer y mantener inversión. La percepción de un Poder Judicial débil, poco profesional o politizado genera un entorno de riesgo y mayor incertidumbre para los negocios. Algunas empresas extranjeras como Iberdrola con una inversión de 4,500 mdd que ya puso a la venta, tomaron  la decisión de no continuar en México.

Se presenta un mayor riesgo de litigios injustos o arbitrarios. En un sistema judicial sin plena confianza, las empresas y los ciudadanos pueden enfrentar decisiones erráticas o influenciadas por presiones externas, desincentivando proyectos de inversión y expansión.

Es posible que se dé un impacto negativo en la competitividad del país. La inseguridad jurídica y la baja confianza institucional podrían afectar la capacidad de México para posicionarse como un destino atractivo para inversiones productivas y tecnológicas.

Se podría presentar un desincentivo para cumplimiento normativo. Cuando los actores económicos desconfían en la justicia, puede aumentar la informalidad, elusión fiscal y prácticas desleales, afectando la recaudación, competencia y desarrollo económico.

En suma, la renovación judicial basada en mecanismos como sorteo y con participación ciudadana mínima pone en riesgo la legitimidad, calidad y autonomía del Poder Judicial en México, lo que repercute directamente en la confianza de la sociedad y el sector privado. Para garantizar justicia efectiva y fortalecer la inversión, es fundamental implementar procesos más transparentes, competentes y participativos que protejan la independencia judicial y aseguren un entorno jurídico estable y confiable.

 

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cacostabravo@yahoo.com.mx

 

·       Maestro en Comunicación por la Universidad Iberoamericana, de la cual formó parte del cuerpo académico de la Licenciatura en comunicación, así como de la Universidad Anáhuac, campús norte de la CDMX.