Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Si algo tuvo Andrés Manuel López Obrador como
presidente fue un férreo control sobre sus ministros y gobernadores. Este
control se extendió a legisladores federales, locales y alcaldes. Si quería
saber sobre un gobernador (por poner un ejemplo), en cuestión de minutos le
decían dónde estaba, con quién estaba y qué estaba haciendo. Nada escapaba al
big eye del tabasqueño y nadie jamás se le salió del huacal.
Ya parece que iba a permitir que cualquiera de sus chalanes
se largara de vacaciones y se diera vida de pashá en hoteles de cinco
estrellas. Más se hubiera tardado cualquiera de sus secretarios en irse a
Cancún un fin de semana con una güera (o güero, según sus gustos), que en
pasarlo por las armas en el paredón de sus mañaneras y ponerlo de patitas en la
calle.
Pero con sus hijos no ha podido y por lo visto no
podrá. La austeridad franciscana que practica, la mandaron al diablo sus
vástagos desde que andaba en su tercera campaña por la presidencia y un
reportero descubrió que su hijo Andy López Beltrán usaba tenis de 27 mil pesos.
Pero como era candidato y todo se le perdonaba, el bullicio no pasó a mayores.
Ya como presidente las cosas fueron diferentes.
Basta recordar el escándalo de la Casa Gris donde
vivió José Ramón, el balagardo mayor. Y los negocios poco claros pero con
ganancias multimillonarias que realizaron al amparo del poder de papi Andy y
Gonzalo.
Y ahí tienes al papá, lector, defendiendo al trio de
zánganos: “Mis hijos son honrados, austeros, trabajadores y viven en la justa
medianía”.
No pus sí.
Hace unas semanas Andy dio pruebas de su austeridad al
ser fotografiado en Tokio en un hotel de cinco estrellas, comprando en tiendas
de marca y gastando hasta 47 mil pesos en una cena. Y pasó lo que tenía que
pasar; en lugar de mostrarse compungido o avergonzado, le salió la soberbia y
le echó la culpa a los hipócritas conservadores que le mandaron espías.
El domingo anterior el periodista Jorge García Orozco,
compartió una fotografía en la que José Ramón López Beltrán aparece usando unas
sandalias Gucci con un costo de 880 dólares o 16 mil 494 pesos.
Pura austeridad.
En mayo de este año trascendió que Beatriz Gutiérrez Müller
había solicitado la ciudadanía española lo mismo que dos hermanos del
expresidente: Pío y Martín (alias Martinazo) lo que nadie desmintió.
Este lunes el diario español ABC publicó que la doña probablemente
se vaya a vivir a Madrid en el exclusivo barrio de La Moraleja, junto con su
hijo Jesús Ernesto que ya tiene 18 años y estudiará en la Universidad
Complutense.
Esto provocó una iracunda reacción de la señora que en
una misiva con errores de sintaxis, imperdonables en una maestra en letras y
doctora en teoría literaria, dijo que en el ABC de allá, “calumniadores
profesionales de la derecha más rancia y corrupta están fanatizados por
completo y quieren vengarse de ya saben quién. Porque ese lindo señor logró
reducir la pobreza y la desigualdad en nuestro país”. Más adelante agregó: “Estoy
enamorada de ese hombre y de mi hijito. Somos una familia muy unida a la cual
han vilipendiado por los ideales de ese loco hermoso llamado AMLO”. Y el
hashtag “AMLO loco hermoso” va que vuela para hacerse viral.
Luego vino lo de siempre; la amenaza de meter al bote
al mensajero y a quienes repitieron el mensaje.
¿Es pecado que la esposa y los hijos de AMLO viajen y
vivan donde se les pegue la gana? No. ¿Es pecado que derrochen más que los de
antes? Tampoco. Pecado es que no comulguen con lo que ellos mismos han
pregonado, y que la austeridad y justa medianía sea solo parte de su hipócrita
discurso. Pecado es que se victimicen cuando los agarran en la maroma y griten
“al corrupto al corrupto” cuando los corruptos son ellos.
Lástima por Andrés Manuel que es la gran víctima. Es
tabasqueño está viendo cómo se hace polvo su deseo de que Andy suceda a Claudia
Sheinbaum en el 2030, lo que no sucederá ni yendo a bailar a Chalma. Por torpe,
prepotente, altanero y zángano, Andy no tiene espolones para gallo y los mismos
morenos lo van a hacer a un lado.
Por otra parte, al exigirle perdón a la Corona
española por las atrocidades que cometieron los peninsulares durante la
conquista, Andrés Manuel quedó ante los españoles como el villano de la
película, cuando la de la idea y la que le llevó la mano a la hora de redactar la
misiva fue su esposa.
Lo que son las cosas, mientras la señora quizá se vaya
a España porque según sus palabras: “No es una puerta que esté cerrada”, Andrés
Manuel tendrá que contentarse conque le cuente cómo viven los ricos en La
Moraleja, entre ellos la propia Beatriz.