Ruan Ángel Badillo Lagos
La cosecha es el momento en el cual se realiza la recolección de los bienes agrícolas sembrados (frutos, semillas, granos u hortalizas) al alcanzar su punto máximo de madurez. Este proceso marca el final del ciclo agrícola. Hoy en día, la acción de cosechar se entiende como el acto de recoger los frutos.
Metafóricamente, la palabra
cosecha también alude al resultado de las acciones de una persona o un grupo cuando
realizan buenas obras y luego reciben la recompensa, muchas veces de forma inesperada.
La cosecha enfatiza el momento en el cual las personas están dispuestas al
trabajo. A esto se le conoce como la ley de la siembra y la cosecha. Este
principio indica que las acciones de una persona tendrán consecuencias, positivas
o negativas, para el futuro. Si se siembran acciones justas y buenas se
cosecharán resultados favorables; mientras, si se siembran acciones negativas
se cosecharán consecuencias adversas. Sin embargo, surgen dudas al observar a personas
o grupos llevando a cabo acciones desagradables y, aparentemente, les va bien.
Esto, en realidad, es solo una ilusión.
Cuenta un anciano que, con los
años, ha visto gente malvada y perversa extenderse por todos lados como un
árbol frondoso. Estos personajes pronto desaparecen; en un instante dejan de
existir y, cuando se les busca, ya no se les encuentra. Por ello, conviene
fijarse en quienes siembran con honradez y observar a quienes hacen el bien. Estas
personas siembra con alegría y, sin darse cuenta, forjan un futuro brillante
para sí mismas.
Una vez mi hijo me preguntó
llorando:
—Papá, ¿por
qué los amigos se convierten en enemigos?
Le respondí:
—Un
amigo se convierte en enemigo al romperse la relación por una deslealtad, una traición
o un conflicto grave. No obstante, si se siembra con amor, a veces se cosecha con
dolor. El malentendido provocador del distanciamiento puede revelar si la
amistad nunca fue genuina. Siempre siembra confianza, esta es la base de cualquier
amistad. Planta buena semilla, como la justicia, la lealtad y la honestidad. Nunca
olvides sembrar el perdón, pues es la semilla capaz de dar frutos de paz,
armonía y fidelidad, aunque no siempre las cosas salgan como uno espera. Aléjate
de los aduladores, de quienes condicionan o intentan chantajearte. Huye de
ellos porque siembran con rencor y odio, y no son transparentes. Jamás siembres
frialdad, evasivas o agresión; procura que tu semilla sea la humildad sin
torpeza. Evita comentarios negativos o sarcásticos; en soledad te harán sentir mal
y te provocarán tristeza. Resalta las cualidades de los demás sin adular, con
sinceridad. Recuerda que no todos los amigos alejados se convierten en
enemigos. A veces las circunstancias cambian. Si un amigo lo es de verdad, lo
será siempre.