CLAROSCUROS
+ El caos: ¿Somos o no somos neoliberales?
Parte II
José Luis Ortega Vidal
(1)
El caos político en el México actual surge de una contradicción esencial en nuestra historia reciente: sacamos al PRI del poder por su vocación antidemocrática; el PAN tomó la estafeta vía los comicios democráticos del año 2000, y continuó la elección polémica del 2006.
El PRI volvió a la silla del águila en el 2012, otra vez mediante votos mayoritarios y convincentes en las urnas.
Durante lo que va del siglo XXI, la izquierda perdió en el 2000, afirma ser víctima de fraude en el 2006 y gana en el 2018 y 2024.
Hubo una lección clave durante los comicios del 2006, cuando Felipe Calderón se hizo de la banda tricolor al pecho: el árbitro, aún denominado Instituto Federal Electoral (IFE), contaba con prestigio mientras el poder judicial arrastraba el tufo a corrupción que lo ha caracterizado siempre.
La diferencia entre el panista Calderón Hinojosa y el perredista Andrés Manuel López Obrador fue de apenas 0.62 %.
Si ocurrió un fraude –el autor de CLAROSCUROS no conoce la existencia de pruebas que legitimen la pugna jurídica al respecto, aunque comparte la duda sobre presuntos comicios válidos-, la elección debió anularse.
Empero, la incipiente democracia mexicana no contaba con las herramientas político-institucionales para una acción de esa naturaleza y el Estado optó por reconocer el triunfo de quien obtuvo la mayoría de sufragios demostrables ante el IFE; como lo establece la ley.
Como bien sabemos, la democracia siempre es perfectible, nunca es perfecta.
En México se gana con un voto de diferencia porque no existe la figura de segunda vuelta electoral; lo que habría permitido una salida viable ante la mínima diferencia entre el primero y el segundo lugar.
Si aquel año, el del 2006, se hubiesen anulado las elecciones, habría ocurrido caos y violencia.
(2)
Se trata de un caso distinto al de 1988 porque la acusación de un fraude en contra del movimiento izquierdista y popular encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, ocurrió con un país sin árbitro electoral pues el PRI/Gobierno era dueño del candidato –Carlos Salinas de Gortari-, así como de las urnas en manos de la Secretaría de Gobernación que a su vez la hacía de vigilante y contaba con la policía y las fuerzas armadas para “atender” cualquier duda de los opositores y del público votante.
Por esas condiciones, cuando se “cayó” el sistema Cuauhtémoc Cárdenas, et al, sólo tuvieron dos opciones: replegarse para continuar en la lucha política pacífica o confrontarse en el afán de tomar el poder mediante la violencia, donde la mayor parte de las muertes se habrían aportado desde su lado de la cancha.
(3)
En el argumento (2) del CLAROSCUROS anterior, expongo:
“¿Dónde colocar a la oposición en el nuevo paradigma del poder político en México?
El espectro ideológico clásico de izquierda-centro-derecha, luce rebasado en una coyuntura histórica donde el concepto mismo de democracia es prófugo de una realidad caótica.
¿Por qué nuevo paradigma?
¿Por qué realidad caótica?”
(4)
Hoy, intento colocar la palabra caos en la narrativa de este breviario sobre el camino reciente de la democracia mexicana a la que observo bajo riesgo de sí misma; debido a sus confusiones y limitaciones.
La duda sobre la existencia de un fraude en la elección del 2006 contribuyó, por ejemplo, a la construcción de un discurso beligerante desde la izquierda contra sus rivales del PRI y el PAN.
Aniquilado el PRI, el discurso morenista se mantiene poderoso contra la derecha, su rival vapuleado pero vivo.
Desde el izquierdismo morenista se acusa de todo al PRIAN; pero hay un ataque con más fervor contra la derecha o la ultraderecha, término confuso pero de empleo permanente.
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A Felipe Calderón Hinojosa se le ha calificado de presidente ilegítimo desde el discurso, la operatividad del PRD y finalmente de su relevo, MORENA.
Tal imagen de algún modo ayudó a moldear como sparring favorito al segundo presidente panista que carga dos estigmas convertidos en sellos fijos dentro del imaginario colectivo:
-Felipe Calderón el ilegítimo, es responsable de la guerra contra el narco y por su culpa México ha perdido cientos de miles de vidas en una lucha inútil donde su gobierno no usó la inteligencia de Estado ni atendió las causas sociales que generan delincuencia…
-Felipe Calderón es un político neoliberal como sus antecesores del PRI, particularmente Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo de León, quienes son coautores de la pobreza, la injusticia social, el retraso histórico y la traición a la patria…cualquier cosa que eso signifique.
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He aquí algunos elementos específicos del caos: la duda sobre la legitimidad de la elección del 2006 que devino arribo al poder del segundo abanderado panista; el discurso beligerante de la izquierda que añadió a su bandera político-electoral el fracaso del modelo macroeconómico neoliberal; la ausencia de autocrítica de la izquierda vuelta gobierno, porque todo “lo malo” viene desde un pasado con nombres y apellidos…
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Ahora bien, el caos no surge de mentiras porque el neoliberalismo efectivamente fracasó…en algunos de sus aspectos; más no en toda su implantación y desarrollo.
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Va un ejemplo que nace del caos y contribuye al caos: el neoliberalismo dio vida al Tratado de Libre Comercio entre México y Estados Unidos y Canadá, bajo el impulso del expresidente Carlos Salinas de Gortari y el respaldo de su sucesor Ernesto Zedillo Ponce de León…
El TLCAN se propuso eliminar aranceles y conformar un gigantesco mercado en América del Norte.
Hoy lo conocemos como T-MEC y el próximo año entrará a revisión para ajustarlo o Trump dixit- desaparecer.
(9)
Resulta curioso que la izquierda mexicana convertida en gobierno desde el 2018, pugna por la continuidad del T-MEC; es decir, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo -como lo hizo en su momento Andrés Manuel López Obrador- hace suya la defensa del mercado libre mediante el tratado con Estados Unidos y Canadá…
Tal contradicción genera caos porque el mercado libre es un postulado clave del modelo macroeconómico neoliberal y nuestra izquierda -antes amarilla y hoy guinda- fundamenta su discurso ideológico y de Estado en una radical postura anti neoliberal.
CONTINUARÁ


