"Lámpara es tu Palabra para mis pasos, una luz en mi sendero" (Sal 119, 105)
XVII Domingo Ordinario. Ciclo C
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
El tema de fondo de la Palabra de Dios que escucharemos este domingo es el tema de la Oración. La liturgia dominical nos presenta la oración de intercesión que hace Abraham donde por así decirlo, aleja los castigos de Dios sobre las ciudades de Sodoma y Gomorra conocidas en la Biblia por sus desórdenes y corrupciones morales. El Salmo nos presenta una oración de gracias y en el Evangelio (Lc 11, 1-13) Jesús se retira a un lugar solitario para orar y enseña a sus discípulos cómo orar, dejándonos la hermosa oración del Padre Nuestro.
La oración es necesaria en la vida cristiana, como la respiración y el oxígeno en un ser vivo. En la oración podemos y debemos pedir toda clase de bienes; aquellos que nos sirven en esta vida: alimentos, casa, trabajo, salud, amor y amistad. Esto se sintetiza en la expresión que Jesús incluyó en el Padre Nuestro: danos hoy el pan de cada día. Danos lo que necesitamos para vivir.
Ciertamente existe el riesgo de que usemos mal de estos bienes, por ejemplo, del dinero, de la salud, del trabajo… de todo. Por eso también debemos pedir, no solo estos bienes que nos ayudan a estar bien, sino a saber utilizarlos con sabiduría de modo que nos sirvan no solo para satisfacer nuestras necesidades en este mundo sino también para que nos ayuden a conseguir la eternidad. Que el Señor nos conceda los bienes que necesitamos con rectitud, equilibrio, según la voluntad de Dios. Sin llegar a convertirnos en esclavos de esos bienes terrenos, sin hacer de ellos un bien supremo o sacrificarles todo y desatender los bienes importantes. Pues el mismo evangelio dice: “de qué le sirve al hombre tener todo en la vida si se pierde lo más importante”.
Los bienes, muchos a pocos, deben servirnos para conseguir los bienes superiores como nos enseña Jesús en el Evangelio de este domingo, con la oración del Padre Nuestro:
- Ser libres del pecado y vivir en gracia
- No sucumbir a las tentaciones del maligno
- Cumplir la voluntad de Dios en nosotros y en el mundo, porque la voluntad de Dios es un bien para todos.
Todos estos bienes, sean materiales como espirituales, temporales o eternos los debemos suplicar a Dios con una oración contínua, insistente y perseverante sin cansarse; con fe y abandonándose en el padre celestial que siempre sabe darnos cosas buenas.
Ahora bien, no basta suplicar estos bienes, se requiere además vivir en una continua búsqueda de bienes. Es decir, la oración va acompañada de buena voluntad y de un compromiso constante para vivir en la gracia de Dios, buscar hacer su voluntad y cooperar para que el Reino de Dios se active en nosotros, en nuestra familia y en la sociedad.
De esta manera, nuestra oración será agradable a Dios y él nos ofrecerá todo aquello que necesitamos en esta vida y en la futura.