El hombre de hoy parece vivir una experiencia sin Dios, indiferente ante el creador, con un vacío, sin conciencia de su dignidad y sin rumbo definido. En este mundo secular con sus complejidades, se hace necesario volver a proponer con firmeza la fe en Dios y guiar a los hombres en el camino de la salvación.
El hombre necesita de Dios; su fundamento y realización, muy contrarios del secularismo, presentan una negativa y cerrazón a Dios, que al mismo tiempo son una negación al propio hombre.
Soy testigo de una realidad marcada por diferentes cambios, pues vivimos en un mundo que avanza, existen nuevos desafíos y acontecimientos que dan pauta a un cambio de época bajo la influencia del secularismo. La fe de las personas debe permanecer firme en el mundo que se ha hecho secular.
Creo que la secularización es un fenómeno cultural, resultado de un largo y complejo proceso histórico, en el cual las leyes quieren eliminar todo lo sobrenatural y misterioso para sustentarlo en lo racional. El gobierno ha buscado liberar a la sociedad civil de Dios; a medida que ha pasado el tiempo, ha emancipado a la sociedad con leyes, con la tiranía de la censura en Dios, por medio de la esfera privada de la religión. La estrategia es que la fe en Dios quede recluida en una minoría practicante.
La sociedad no debe ser “divinizada”, sino que debe ser vista como algo relativo e histórico; se busca comprender y explicar las cosas sin que sea necesario recurrir a Dios, creo que esta es la verdadera intención de la secularización, “recluir a Dios en los templos, como si estos fueran cárceles y no un lugar sagrado de encuentro con Dios”. Seríamos “hombres de iglesia en el corazón del mundo”, pero ¡oh!, sorpresa, a Dios no se le puede privar de la soledad y de estar en donde él quiere, pues él es Dios y nosotros, sus criaturas.
La secularización es ese proceso que refleja los profundos cambios que han sufrido las sociedades contemporáneas, por ello, una mirada objetiva y razonable permite entender que es posible vivir la fe en medio de todos estos cambios. Lo importante es buscar el sentido y la trascendencia en Dios, pero eso de sacar y pretender recluir a Dios en los templos se me hace intratable e imposible.
Se ha supuesto que, sin Dios, marcha todo bien, al pretender hacerlo retroceder cada vez más lejos y fuera de la vida. Esto es lo que quieren los gobiernos, sin embargo, se tiene la certeza de que Dios se mueve en todos los ámbitos, ello es una realidad.
Se considera que la participación divina no tiene peso en los hechos humanos, por tanto, es meritorio reflexionar sobre este tema, ya que está en juego el futuro de la fe cristiana. Como he afirmado anteriormente, los cambios que ha sufrido la sociedad no son un impedimento para vivir la fe, pues esta permanece viva y operante en un mundo que se ha hecho secular.
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