El esfuerzo continuo trae consigo la perseverancia; la perseverancia supone alcanzar lo que uno se propone y con esta se buscan soluciones. Es un valor fundamental en la vida para obtener un resultado concreto. Con la perseverancia se obtiene la fortaleza y esta nos lleva a no dejarnos llevar por lo fácil, lo cómodo y sin sentido.
Hoy en día, la virtud a la que se debe recurrir es la perseverancia. Si queremos lograr nuestros objetivos y metas, es necesario poseer cierta firmeza en la voluntad y en la razón, moderando el temor a la fatiga y al desfallecimiento. Así, el tiempo es clave para alcanzarlos.
¡Cuántas obras comenzadas y qué pocas terminadas por la falta de perseverancia! Esta actitud crea en nosotros, los seres humanos, un vicio, el cual es lo contrario de la virtud. Es algo así como una especie de “flojera” al llevar a cabo una acción que deja de ser novedosa y placentera; es decir, que eso ya no provoca satisfacción sensitiva. Ahí está el “problema” o el detalle.
Las metas y objetivos trazados durante el desarrollo no siempre provocan placer, al contrario, son una tarea ardua, en muchos casos fatigosa, pero si estamos convencidos de que eso es importante, hay que pedirle a la perseverancia que nos acompañe para llegar hasta el final. Cabe mencionar que una vez lograda una meta, esta provoca satisfacción, no tan solo en la parte emocional, sino en la intelectiva, la cual nos convence de nuestros objetivos son lo mejor para nosotros mismos, bien sea en ámbito familiar, laboral o social.
Estar acostumbrado a vivir bajo placeres y caprichos hace más difícil perseverar, pero todo se puede enmendar. Ante esta realidad resulta necesaria una educación para formar buenos hábitos, los cuales nos ayudarán a no sucumbir. Guiarse solamente por la parte sensitiva (los sentidos), es decir, todo aquello que me provoca satisfacción y placer, limita el desarrollo de la virtud de la perseverancia.
Ahora bien, tampoco se trata de perseverar más allá de lo razonable, lo imposible o lo coherente, a no ser que se posea una revelación visionaria por parte del creador, ¡porque para Dios nada es imposible! Es, precisamente, una virtud de la experiencia penetrante y comprensiva de la revelación sobre mis motivos para perseverar; diálogo divino que destaca la gran importancia de no desfallecer, a la luz del proyecto de mi vida, el cual involucra siempre a los demás.
Ya lo dije en un artículo anterior y hoy lo vuelvo a repetir: a lo largo del tiempo de nuestra vida hemos venido caminando, ¿pero hacia dónde nos dirigimos?, ¿cómo alcanzar esa meta?, ¿en qué debo perseverar? Se propone situarnos a partir de las convicciones más profundas a alcanzar y sobre ellas perseverar.
Los grandes hombres y mujeres de todos los tiempos se han destacado por su perseverancia, a la hora de definir su perfil con base en su experiencia sobre el acontecimiento visionario, el cual ha quedado plasmado en una vida ejemplar que se abre ante la investigación de los demás, y nos lleva a preguntarnos ¿cómo lo hizo? La respuesta no se ha hecho esperar. Dentro de todos los atributos, cualidades y virtudes, seguro estoy de que se destaca la perseverancia. A sí que tú decides sucumbir o perseverar.
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