Desde el Café
Una de las frases para la foto que dijo este jueves Cuitláhuac
García durante su comparecencia ante los diputados locales fue: “Soy el primer
gobernador que no tiene casas en el extranjero”. Falso. Esa fue una más de las
falacias que le aplaudieron los legisladores de Morena como si fuera uno de sus
logros de gobierno.
Antonio M. Quirasco, Fernando López Arias, Rafael
Murillo Vidal, Rafael Hernández Ochoa, Agustín Acosta Lagunes, Fernando
Gutiérrez Barrios, Patricio Chirinos Calero y Flavino Ríos Alvarado, sólo por
citar a algunos, tampoco tuvieron o tienen casas en el extranjero.
Ojalá esto lo hiciera mejor gobernante, mejor
administrador y mejor persona pero no es así. De no ponerse las pilas Cuitláhuac
pasará irremediablemente al basurero de la historia. El hecho de que sea honesto
(honestidad que más de medio Veracruz pone en duda), no lo exime de evadir sus
responsabilidades en seguridad, trabajo, educación y salud, rubros en los que
está bien tronado.
Otra mentira: “Jamás hemos hecho algo en contra de la ley
y de lo que está permitido”.
Tan solo en la Secretaría de Salud que dirige Roberto
Ramos Alor, la Auditoría Superior de la Federación detectó irregularidades por
casi 2 mil millones de pesos (1,963 millones para ser exactos) al revisar la
Cuenta Pública del 2019, irregularidades que no han sido solventadas.
Aún no se aclara la compra con sobreprecio de 160
patrullas, ni la compra de medicamentos por 36 millones de pesos y por adjudicación
directa, a una farmacéutica con conflicto de intereses. ¿De dónde saca entonces
Cuitláhuac que jamás ha actuado en contra de la ley?
Durante su comparecencia se dio un quien vive con el
legislador panista Omar Miranda Romero, que lo acusó de nulos resultados en
seguridad, desarrollo social y crecimiento económico.
“Cuando digo que su informe es un compendio de
fábulas, es porque todo lo que describe y todo lo que nos han venido a contar
los secretarios de su gabinete está fuera de la realidad”, le dijo Omar.
Sin argumentos para revirarle, el gobernador regresó
al sobadísimo recurso de echarle la culpa a los de atrás de la “ruina” en que
dejaron al estado. Lo cual es cierto, pero obvió decir que esa ruina se habrá
ensanchado para cuando él deje la gubernatura.
Petulante y presuntuoso, Cuitláhuac le regaló al
legislador un libro con “las pruebas fotográficas de la transformación” que su
gobierno ha iniciado en Veracruz. Ojalá Omar compare las fotos de ese libro con
la obra que hicieron los anteriores gobernadores en dos años, porque eso
resaltaría la pequeñez del trabajo del actual mandatario estatal y de paso le
quitaría lo presumido.
Lo cierto es que el gobierno de Cuitláhuac no ha hecho
nada extraordinario. Las obras que ha realizado en municipios y comunidades olvidados
de la mano de Dios (y que se le aplauden), también las realizaron sus
antecesores y sin tanta alharaca.
“El arribo de un gobierno estatal honesto y
comprometido con la gran tarea de la transformación era inaplazable y fue la
clave para impulsar, desde el inicio, todos los proyectos que hoy benefician a
la gente de esta entidad de manera medible y palpable. Yo diría
irrefutablemente convertidos en una realidad: Veracruz se está transformando”
dijo a los diputados.
Reitero, ni el gobierno ni el gobernador son honestos.
Y en efecto, Veracruz se está transformando, pero en una entidad diametralmente
opuesta a la que soñaron el millón 600 mil veracruzanos que pusieron sus
esperanzas en Cuitláhuac García, al que la palabra “transformación” le está
quedando muy holgada.
Veracruz es un estado disfuncional gris y triste. Pero
esto no es de hoy, viene de atrás.
Entre Fidel, Javier, Miguel Ángel y ahora Cuitláhuac,
hicieron pedazos a la entidad. Y ninguno de los cuatro ha tenido la hombría y
el valor civil de aceptar la parte de culpa que le corresponde en este desastre
monumental.