Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
En enero de este año, un grupo de periodistas y
columnistas veracruzanos se reunieron con el líder estatal del PRI, Marlon
Ramírez Marín, en una comida que sirvió para brindar por el Año Nuevo. En esa reunión
Marlon comentó algo sobre un virus que había surgido en Asia, particularmente
en China, y amenazaba con expandirse por el mundo.
Pero su comentario pasó casi inadvertido. Lo que los
periodistas deseaban saber era su opinión sobre el futuro de su partido en las
elecciones del 2021 y el futuro económico y político de Veracruz que pintaba muy
mal.
Para finales del mes el coronavirus ya había superado
las fronteras chinas y generaba problemas en Medio Oriente. En Europa, España e
Italia comenzaban a sufrir sus estragos, pero en México seguía la fiesta y lo
más importante en la agenda era la rifa del avión presidencial. Muy por encima
de la falta de medicamentos para los niños con cáncer; en contraste con el
nieto de López Obrador que nació en una clínica particular de Houston.
En Veracruz no pasaba nada aunque la víspera, el 18 de
noviembre, el gobierno estatal recibió un calambrazo. No por el coronavirus
sino por unas cuentas que no cuadraban.
Al analizar el Primer Informe de Cuitláhuac García,
Marlon Ramírez encontró inconsistencias por miles de millones de pesos. “De
acuerdo al informe trimestral del gasto público, en inversión pública se expone
una cifra de 5 mil 700.5 millones de pesos. Pero sólo se han contratado mil
38.4 millones de pesos. Es decir, no se han gastado 4 mil 670.1 millones de
pesos. Eso no significa un ahorro; significa dinero que ha dejado de circular
en Veracruz”.
Subrayó que esa cifra no la había inventado, sino que
la obtuvo de documentos oficiales y de información generada por el propio
Gobierno del Estado.
Cuitláhuac tardó casi dos meses en contestar y cuando
lo hizo dijo se iba a ejercer el 99.3 por ciento de los recursos asignados a la
entidad que estaban pendientes al cierre de 2019, por lo que el subejercicio
equivaldría al 0.7 por ciento. “Es decir, casi cero por ciento”.
Pero Marlon le reviró y lo desmintió en varias
ocasiones. Tras arrastrar el lápiz y cotejar bien los datos, el dirigente
tricolor aseguró que el subejercicio es de 3 mil 284 millones de pesos y está
pidiendo a la Federación que le sean devueltos a Veracruz, pero Cuitláhuac
García ya no ha respondido.
En paralelo y ante la inoperancia del gobierno estatal
para hacer frente a la inminente llegada del coronavirus, el PRI comenzó sus
propios alertamientos a la población basados en datos de la Organización
Mundial de la Salud.
La dirigencia donó en distintas partes del estado
medicamentos y consultas básicas, mientras se instalaba el famoso INSABI y regresaba
a la normalidad el sector Salud. Pero es la hora en que nadie sabe nada del INSABI
y la normalidad está lejos de regresar no sólo al sector Salud donde están
hechos camote, sino a la entidad.
El coronavirus está pegando con furia a una sociedad
veracruzana indefensa y cuyas autoridades ya fueron rebasadas. Igual que el
alcoholismo, el Covid-19 agarra parejo y no respeta condición social, edad o
religión. Tan es así que ya le pegó al secretario de Gobierno Eric Patrocinio
Cisneros, al que por cierto Marlon deseó pronta recuperación en un mensaje que
subió a sus redes sociales.
Esos más de 3 mil millones de pesos de subejercicio
deben regresar a Veracruz para salvar cientos o miles de vidas, porque además
de hacer falta en los hospitales los necesita la población, pero Cuitláhuac
hace como que la Virgen le habla.
En marzo, Ramírez Marín dijo que ese dinero se podría invertir
en surtir a las clínicas con equipo y herramientas que protejan la vida de
quienes están en la primera línea de combate contra la pandemia.
Servirían además para realizar convenios con
laboratorios para que se realicen las pruebas del Covid-19 y subsidiar a personas
de escasos recursos que deseen hacerse ese examen. Los Centros de Salud podrían
adquirir esas pruebas para tener la certeza del número de veracruzanos
afectados, con el fin de que se habiliten espacios físicos para su atención
médica.
También servirían para implementar un programa
emergente de empleo temporal para los más necesitados. Otro programa emergente
de obras para los empresarios y uno para apoyar a campesinos y ganaderos con
una inyección de capital que evite un posible desabasto de productos.
En síntesis, ese dinero ayudaría a que la popularidad
de Cuitláhuac suba al menos a media tabla y no siga ahogándose en los últimos
lugares.
Bien invertidos como lo propone el dirigente tricolor,
esos 3 mil 284 millones de pesos servirían para que Morena no tenga problemas
en las elecciones del 2021 y el gobernador se gane el respeto de la ciudadanía.
Pero en Palacio de Gobierno piensan diferente. Estamos
en austeridad -dicen- cuando no es austeridad lo que practican.
Y esto es importante dejarlo en claro: a la hora de
invertir en los veracruzanos el gobierno de Cuitláhuac no se está yendo por lo austero,
sino que se está viendo bastante miserable.