Desde el Café
Bernardo Gutiérrez Parra
Como todos los de su ralea, el diputado Erik Iván
Aguilar López es altanero, prepotente, vulgarzote, hablador y le gusta subir el
tono de su voz; sabe que cae mal pero le vale gorro. Su ego legislativo está
muy por encima del común de los mortales y le gusta presumirlo.
En las sesiones del Congreso casi no se sienta en su
curul; siempre está de pie y hablando en voz alta con la única finalidad de
hacerse notar. Un día que asistí a una de las sesiones y me senté en el casi
vacío butaquerío, lo callé con un ¡sshhhht! que lo hizo mirarme retador, como
para que me diera frío. Pero de ahí no pasó la cosa.
El 29 de diciembre una camioneta atropelló y mató al
campesino Delfino Aguilar en el municipio de Alto Lucero. Por tratarse de un
homicidio imprudencial se le tenía que practicar la autopsia de ley, pero como
los servicios periciales se tardaron una eternidad en llegar, Erik Iván ordenó
que movieran el cuerpo para que los familiares del difunto le dieran sepultura.
Y ahí selló su destino.
Dos semanas después, el 16 de enero, la Fiscalía
Especializada en Combate a la Corrupción presentó al Congreso una solicitud de desafuero
contra el legislador por los delitos de desobediencia civil y ejercicio
indebido del servicio público, que en lenguaje llano serían por soberbia y prepotencia.
En entrevista con Ciro Gómez Leyva, Erik Iván dijo que
la solicitud de desafuero estaba cargada de tintes políticos y era una venganza
porque votó contra el desafuero del Fiscal estatal Jorge Winckler. Agregó que
el problema se suscitó porque el cuerpo de la víctima permaneció cinco horas en
la vía pública y bajo la lluvia afectando a los familiares quienes le
solicitaron su apoyo. “Le marqué y le marqué a la fiscal (Verónica Hernández)
sin obtener respuesta. Se llegó a un acuerdo con ministeriales ante la tardanza
y el cuerpo fue levantado”.
Pero un video lo desmiente y lo pinta tal cual. Amenazador
y arrogante dice a los familiares de la víctima: “El cuerpo ahorita se lo
llevan a su casa, así sea lo último que haga”. Mentiroso, dice a los empleados
del hospital que el difunto es su familiar. Y altanero y grosero, suelta improperios
contra Verónica Hernández para rematar con la frase que quedó para el
anecdotario: “A la fiscal me la como en tacos”.
El Congreso dio entrada a la petición de la Fiscalía y
hoy se sabrá si los diputados perdonan o chispan a boquiflojo legislador Erik
Iván Aguilar López.
En una acción desesperada ayer se defendió ante los
medios con un mensaje donde, para no perder la costumbre, echó por delante la
soberbia y la prepotencia: “Si mañana caigo yo, es casi irremediable que la
oposición veracruzana caiga mañana conmigo”.
Pásumecha, ni Luis XIV se atrevió a tanto.
Dio pena escuchar al legislador, no por los argumentos
que esgrimió en su defensa y tampoco por su falta de humildad, sino porque un
párvulo deletrea mejor que él.
¿Qué pasará hoy? Lo deseable es que lo desafueren y lo
manden a su casa. Sujetos como Erik Iván que ha brincado de un partido a otro,
que no ha hecho absolutamente nada por el distrito de Misantla que dice
representar, que no es más que un folclórico bufón y para colmo lee
pésimamente, no solo desalientan a la democracia, sino que nada tienen que
hacer en una Legislatura que para colmo, es una de las más fregadas en la
historia de Veracruz.