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martes, 24 de junio de 2025

La nefasta prórroga del Rector

·       Un Paso Hacia la Estabilidad o un Círculo Vicioso de Poder

·       Plantea preguntas fundamentales sobre la autonomía universitaria

·       La Junta de Gobierno simplemente reafirma el deseo del Rector

Por Miguel Ángel Cristiani G.

La reciente y sorpresiva aprobación de la prórroga de Martín Gerardo Aguilar Sánchez como rector de la Universidad Veracruzana (UV) plantea preguntas fundamentales sobre la autonomía universitaria y el verdadero significado de la representación en las instituciones educativas. ¿Estamos ante una decisión que preserva la estabilidad o simplemente reafirma un círculo vicioso de poder que podría socavar la esencia misma de la universidad?

La Junta de Gobierno, -que ya están pidiendo su desaparición- en un ejercicio que se presentó supuestamente como plural y consultivo, ha decidido extender el mandato del rector hasta 2029. Este proceso, aunque legal y normativo, parece más un intento de mantener el status quo que de fomentar una renovación crítica de la gestión universitaria. La consulta a la comunidad universitaria, aunque digna de mención, no puede ocultar la realidad de un sistema que, en ocasiones, se aferra a líderes sin cuestionar su capacidad para enfrentar los desafíos contemporáneos.

Contextualizando, la UV ha sido un bastión de pensamiento crítico en México, un espacio donde se ha cultivado la libertad de expresión y la investigación. Sin embargo, la prolongación del liderazgo de Aguilar, sin un verdadero debate sobre su desempeño y visiones futuras, puede interpretarse como un debilitamiento de esos mismos principios. La estabilidad institucional es vital, pero no debe lograrse a costa de la vitalidad intelectual y la innovación.

Es innegable que Martín Aguilar no ha realizado aportes significativos durante su gestión. Sin embargo, la pregunta que subyace a esta prórroga es: ¿estamos priorizando la continuidad sobre la calidad? La evaluación de su labor debe ser más que un mero ejercicio de legitimación; debe ser un proceso que invite a la reflexión crítica y al cuestionamiento de las prácticas establecidas.

La historia nos enseña que la concentración del poder, incluso en entornos académicos, puede llevar a la complacencia y a la falta de rendición de cuentas. Las universidades deben ser espacios de debate, no de consenso acrítico. La decisión de la Junta de Gobierno debe ser vista no solo como un respaldo al rector, sino como un llamado a la comunidad universitaria para que se involucre activamente en la construcción de un futuro donde la diversidad de opiniones y la crítica constructiva sean la norma.

Es imperativo que todos los sectores de la UV se comprometan a revisar y cuestionar la gestión del rector, no desde un lugar de antagonismo, sino desde el deseo genuino de mejorar. La autonomía universitaria no debe ser un escudo para proteger a los líderes de la crítica, sino un marco que garantice la libertad de pensamiento y la búsqueda de la verdad.

En conclusión, la prórroga del rector Aguilar es un reflejo de la necesidad de estabilidad, pero también de la urgencia de fomentar una cultura de rendición de cuentas y de renovación.

La comunidad universitaria debe ser arquitecta de su futuro, exigiendo no solo continuidad, sino también excelencia y compromiso con su misión educativa.

La verdadera fortaleza de la UV radica en su capacidad para adaptarse, cuestionar y evolucionar. Si no se aprovecha este momento para abrir el debate y fomentar la participación activa, corremos el riesgo de convertir a la universidad en un ecosistema estancado, donde la mediocridad se normaliza y el pensamiento crítico se silencia.

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