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miércoles, 17 de diciembre de 2025

Casa Museo de Agustín Lara, “joya” de Veracruz

 VANIDADES

Por Camilo Hernández





“Veracruz, rinconcito donde hacen su nido las olas del mar. Veracruz, pedacito de Patria que sabe sufrir y cantar.

Veracruz, son tus noches diluvio de estrellas, palmera y mujer. Veracruz, vibra en mi ser, algún día hasta tus playas

lejanas tendré que volver…”; fragmentos de uno de los tantos éxitos de un orgullo veracruzano, el músico poeta,

Agustín Lara, de quien se conservan valiosos recuerdos en su “Casa Museo”, ubicada en la zona conurbada

Veracruz-Boca del Río, lugar que tuvimos la oportunidad de visitar recientemente.


Ángel Agustín María Carlos Fausto Mariano Alfonso del Sagrado Corazón de Jesús Lara y Aguirre del Pino su

nombre completo, nació el 30 de octubre de 1897 en Tlacotalpan, Veracruz, y desde su infancia estuvo rodeado de

un ambiente musical.


Un afamado compositor, cantante y actor que tuvo una carrera llena de éxitos y reconocimientos, participando a

lado de grandes personajes de la música y del cine de oro mexicano, como puede apreciarse en las fotografías que

forman parte de la exposición permanente abierta al público en general y que son fiel testigo de la vida y obra de

«el flaco de oro».


Desde que uno llega a la Casa Museo, donde en el exterior se aprecia una estatua de él, percibimos una «magia

musical», el reencuentro con la historia de quien dejó huella a través de sus canciones, y que al paso del tiempo

siguen siendo escuchadas en otras voces como parte de un gran repertorio en el género del clásico bolero.


“Farolito que alumbras apenas mi calle desierta. Cuantas noches me has visto llorando llamar a su puerta. Sin

llevarle más que una canción, un pedazo de mi corazón. Sin llevarle más nada que un beso, friolento, travieso,

amargo y dulzón…”; estrofas de otro de sus «poemas convertidos en canciones».


Al subir a la planta alta es emocionante ir al encuentro con el enorme «tesoro musical” que ahí se encuentra, un

recorrido acompañado con sus clásicas melodías, cuadro por cuadro es interesante en cada una de las salas (que

en total son siete), hay hasta un pequeño auditorio con un piano (donde se hacen recitales y presentaciones artístico-

culturales), así como las letras de la XEW, estación radiofónica donde fue conductor de su propio programa «La

hora íntima de Agustín Lara», cantó en vivo y se han escuchado muchas veces las canciones de «el músico poeta»

veracruzano, siendo actor además de diversas películas, por ello que existen fotos donde se le puede ver junto a

Toña “La Negra”, María Félix, Pedro Vargas, entre otras grandes figuras de su época.


El piano que aprendió a tocar de forma autodidacta, fue el amado instrumento musical de aquel hombre de porte

elegante y con su acostumbrado puro. Precisamente en el Museo se conserva un piano original donde él daba vida

a las hermosas letras de sus canciones «en una de las salas en restauración».


“Para mí la mujer es todo: origen de la vida y casi siempre el motivo por el que le hombre vive, envejece -si se

puede- y muere. La mujer es el más hermoso defecto de la naturaleza. Cuando estoy inspirado, produzco

canciones como quien imprime un periódico. Si no fuera porque sé arrancarle unos cuantos acordes al piano y

porque se me ha permitido cantar sin tener voz (milagros que solo en México se hacen) andaría yo por ahí

pidiendo limosna…”; parte de un texto que se puede leer en la Casa Museo, donde describe cuál era una de sus

principales fuentes de inspiración, pero además deja entrever su humildad como artista, a quien en el Puerto de

Veracruz hay quienes todavía recuerdan en aquellos años haberlo visto o escuchado tocando en uno de los cafés,

como narra incluso un vídeo/cortometraje que circula por las redes sociales*** SU LEGADO MUSICAL VIAJA POR TODO EL MUNDO.
- Agustín Lara murió en noviembre de 1970,

pero dejó como su más grande legado la «poesía musical». En París, los tres tenores (Domingo, Carreras,

Pavaroti) cantaron «Solamente Una Vez» en un concierto inolvidable, y sus bellas canciones se siguen

escuchando en las increíbles voces de Eugenia León y Natalia Lafourcade, entre otros exitosos

cantantes...«María bonita», «Acuérdate de Acapulco», «Noche de Ronda», «Piensa en Mí», «Mujer»,

«Granada», «Amor de Mis Amores», «Silverio», «Arráncame La Vida», «Rosa», «Aventurera», etc…


*** CASA MUSEO EN REHABILITACIÓN.- Inaugurada el 6 de noviembre de 1992 «por el Instituto

Veracruzano de la Cultura (IVEC)», alberga piezas originales, manuscritos, objetos personales, fotografías,

discos y una audioteca. En la actualidad se encuentra en proceso de rehabilitación «a través de la Secretaría de

Cultura», pero abierto a los visitantes, lo que merece todo nuestro reconocimiento al salvaguardar un espacio con

alto valor histórico y cultural, para el cual cada inversión es indispensable, a fin de que persista en el tiempo este

«acervo invaluable» en su memoria y así lo conozcan las nuevas generaciones, muy importante también como

una forma de rendirle un merecido homenaje, recordando siempre a quien hizo de cada canción un «poema» y

que traspasó las fronteras, poniendo muy en alto a Veracruz. Se localiza sobre el bulevar, Adolfo Ruiz Cortínes

s/n, casi esquina con Ávila Camacho, col. Costa Verde, Boca del Río, Veracruz, hay entrada libre y visitas

guiadas, es 100% recomendable para el turismo...


¡Agradezco el favor de su atención!


D.M. Nos saludamos hasta la próxima entrega.

La generosidad ajena



Por Miguel Ángel Cristiani G.

Hay regalos que no se entregan con la mano, sino con el presupuesto público. Y lo más curioso es que quienes reparten estos obsequios suelen presumirlos como actos de virtud cívica, cuando en realidad son ejercicios de poder disfrazados de filantropía editorial. ¿Austeridad republicana? Sí, cómo no: austeridad para unos, generosidad automática para otros.

Lo traigo a cuento porque en estos días volvió a asomar un viejo fantasma de nuestra política reciente: la inquietante opacidad sobre los libros que, según se ha reiterado durante años, financiaron la vida pública del ahora expresidente Andrés Manuel López Obrador. Desde las campañas largas, muy largas, hasta la residencia en Palacio Nacional, su respuesta fue siempre la misma: “Vivo de mis libros.” Una afirmación que, en sí misma, no es ilegal ni inmoral; pero que se vuelve problemática cuando, desde el poder, se detonaron mecanismos que terminan beneficiando precisamente a los mismos libros.

No es casualidad que el Fondo de Cultura Económica —hoy convertido en un ente más político que editorial— haya desembolsado alrededor de 25 millones de pesos para imprimir, distribuir y pagar derechos de autor de la colección 25 para el 25. Un proyecto con dimensiones épicas: 60 mil ejemplares por cada título, 27 obras en total, que viajarán a Cuba, Colombia, Venezuela, Chile, Paraguay, Honduras, Guatemala y Uruguay. Una especie de “misión cultural” continental, pero sin maestros rurales y con muchas cajas de libros.

El director del FCE, Paco Ignacio Taibo, informó que Argentina estaba contemplada, pero con la llegada de Javier Milei “se destruyó el pacto”. No queda claro si era un pacto cultural, político o simplemente de imprenta, pero aquí la pregunta central no es Milei ni el Cono Sur: es México, su presupuesto y su democracia.

Porque entre los autores incluidos en la colección hay nombres respetables y necesarios —García Márquez, Gelman, Zurita, Onetti— y otros cuya cercanía al oficialismo es más que evidente. Todo eso sería perfectamente válido si se tratara de un canon literario curado por especialistas independientes. Pero cuando la línea editorial la marca un gobierno y se financia con dinero público, no estamos hablando de literatura: hablamos de propaganda cultural, aunque venga envuelta en tapa dura.

Y mientras el FCE reparte cultura de exportación, en el Senado se reparten —literalmente— libros del expresidente. El senador Adán Augusto López, con un aire entre Santa Claus improvisado y operador político disciplinado, entregó a cada legislador de Morena “poco más de cien y menos de 260” ejemplares del libro Grandeza, escrito por López Obrador. El número exacto se negó a precisarlo; tampoco hubo claridad sobre el gasto total.

Lo único que se obtuvo fue una frase que revela más de lo que pretende: “Ciento y tantos pesos por ejemplar.” Una cifra redonda, amorfa, cómoda. Se negoció —asegura el senador— un “precio especial” con la editorial Planeta. Si ese precio existió, si hubo descuento, si se pagó con recursos personales o institucionales… bueno, eso quedó perdido entre los cascabeles del traje de Santa Claus.

Son 67 legisladores quienes recibieron el encargo de regalar el libro en sus comunidades. Uno se pregunta si será material de estudio, herramienta de reflexión o simple souvenir del movimiento político que los llevó al cargo. Porque cuando un senador regala centenares de libros del líder moral de su partido, no estamos ante un gesto cultural: estamos frente a un acto de alineamiento político.

Conviene recordar, con serenidad y rigor, que el uso de recursos públicos —directos o indirectos— para promover obra autoral de figuras políticas es una pendiente resbaladiza. La normatividad en materia de comunicación social y gasto editorial exige transparencia, pertinencia y beneficios públicos medibles. No es un capricho burocrático: es una defensa elemental de la equidad democrática.

Y es aquí donde aparece el verdadero problema: no la existencia de los libros, sino la instrumentalización política de su circulación.

Los gobiernos tienen la obligación de fomentar la lectura, sí; pero no de promover a sus propios dirigentes. El Estado debe sostener la diversidad cultural, no la devoción partidista. Y la cultura financiada con impuestos debe ser un puente hacia el conocimiento, no una autopista hacia la mitificación.

Si algo ha lastimado a México en las últimas décadas es la confusión deliberada entre lo público y lo personal, entre la promoción cultural y la promoción política. La frontera es delgada, pero existe. Y es precisamente obligación del servicio público no cruzarla.

El país necesita libros, no cultos. Necesita lectura crítica, no lecturas obligatorias.

Tal vez ya sea hora de recordar que los gobiernos no deben repartir ideologías envueltas en papel editorial, sino garantizar que cada ciudadano tenga las condiciones para leer lo que quiera, pensar lo que quiera y cuestionar a quien quiera. Ese es el verdadero regalo democrático.

Lo demás —la generosidad con recursos ajenos, las cifras esquivas, los pactos rotos y los tirajes desmesurados— es solo ruido. Y el ruido, por muy envuelto que venga, nunca sustituirá a la claridad.

 

Instalamos formalmente la Comisión de entrega recepción: Daniela Griego

 Daniela Griego CeballosHoy dimos un paso importante por el bien de Xalapa. Junto con el alcalde Alberto Islas Reyes instalamos formalmente la Comisión de entrega recepción, con el objetivo de garantizar una transición ordenada, transparente y conforme a la ley.

Este proceso se da en un ambiente de respeto, cordialidad y colaboración; a partir del 1 de enero iniciaremos formalmente la recepción de la administración municipal.