Ruan Ángel Badillo Lagos
La causa por la cual no se juzga
rectamente surge cuando, apenas se presentan las cosas, el odio o el amor
arrastran el juicio. Estas pasiones pervierten la razón y la entorpecen, lo
cual da lugar a juicios apresurados y, a veces, sin fundamento.
Para evitar un engaño común
resulta necesario permanecer atentos y advertidos. La voluntad debe mantenerse
lo más libre, alejada del desorden de cualquier veredicto. Por ello, resulta
importante indagar, comparar e investigar, con el fin de que, ante un caso
concreto, el examen se realice con un entendimiento libre de prejuicios y de
estereotipos simplistas difundidos por ciertos grupos, esto evita anticipar
juicios carentes de sustento y veracidad.
Las ideas o imágenes mentales
pueden inducir al error y distorsionar los hechos. Un ejemplo es afirmar “todos
los adolescentes son irresponsables” o “las mujeres resultan más dedicadas en
comparación con los hombres”. Tales creencias moldean percepciones y
sentimientos hacia una persona o un grupo. Así se forma un juicio antes de contar
con evidencias suficientes para valorar rectamente los acontecimientos.
Antes de poner la voluntad en
acción es recomendable detenerse para comprender lo expresado por algunos
instructores en la frase “¡pi Antes de poner la voluntad en acción, conviene
detenerse para comprender lo expresado por algunos instructores en la frase
“¡piensa antes de actuar!”. ensa antes de actuar!”. El entendimiento posee la
facultad de conocer la verdad y discernir el objeto.
En ocasiones, el objeto aparece
como un bien, aunque solo sea aparente; por ello se requiere cautela. La tarea
del entendimiento consiste en reconocer la naturaleza del objeto, sus
realidades y sus implicaciones, pues la pasión o los sentimientos pueden
desfigurar lo real y generar una idea falsa.
La razón debe escucharse antes
que la voluntad. Si no se observa esta norma, fundamental en la práctica, se corre
el riesgo de caer en error. Las facultades del alma necesitan orden. Aunque existe
un constante ir y venir entre razonar y actuar, el principio sigue siendo el
mismo, primero pensar y después actuar. Conviene evitar juicios ciegos sin
reflexión, pues una sola circunstancia puede llevar a omitir un juicio recto.
Debe buscarse siempre lo justo
y lo bueno, tomando en cuenta las siguientes reglas:
· La
regla de oro: todo lo que se desea de los demás, practicarlo también con ellos.
· Nunca se
permite hacer un mal para obtener un bien.
· Actuar
siempre con respeto, evitando causar tropiezo a otros.
· Prepararse,
estudiar de manera constante y formar la conciencia.
¡Juicios rectos, vida plena!
