BINIZA: Noroña presume una casa de 12 millones adquirida a crédito, pero lo cierto es que el suelo es comunal, protegible ecológica y legalmente inhabilitado para hipotecarse. Esto no parecería una compra: parece una ilusión inmobiliaria hecha con hilos de poder. Puede que exista una declaración patrimonial, pero sin asamblea comunal, sin escritura válida y sin crédito legítimo, lo único real es el disfraz.”
La
propuesta de eliminar a los diputados plurinominales es uno de esos temas que
en apariencia suenan justos y populares, pero que en el fondo esconden un golpe
quirúrgico al equilibrio político. Hoy, Morena y sus aliados venden la
narrativa de acabar con los privilegios de la “casta dorada” que llega al
Congreso sin votos directos. Pero, como bien apuntaría Maquiavelo, “el que
engaña encontrará siempre a quien se deje engañar”.
Veamos
con calma: los plurinominales no son un capricho, sino un mecanismo de
contrapeso. Fueron diseñados para que las minorías políticas, aunque no ganaran
distritos, tuvieran voz en el Congreso. Si se eliminan, las mayorías se
llevarán todo el botín. ¿Quién pierde? Los partidos pequeños, que verían
evaporarse su representación; la oposición, que quedaría reducida a su mínima
expresión; y con ellos, millones de mexicanos que se quedarían sin voz.
¿Quién
gana? Morena, por supuesto, que con su maquinaria electoral ya controla la
mayoría de distritos. Sin pluris, el poder de arrastre de su voto duro se
traduce en un Congreso prácticamente sin contrapesos. Una jugada que, a la luz
de las 48 leyes del poder, responde a la regla de oro: “Aplaste
totalmente a su enemigo”. En otras palabras, no basta con ganar elecciones, hay
que eliminar toda posibilidad de resistencia.
Los
defensores de la reforma dirán que así se ahorran recursos, que el Congreso
será más pequeño y eficiente. Pero esa es la miel con la que se adereza el
veneno: el costo económico es mínimo frente al costo político de aniquilar la
pluralidad.
Maquiavelo
advertía que los príncipes inteligentes consolidan su poder eliminando rivales,
pero también que los gobernantes que sofocan demasiado las voces críticas
terminan incubando rebeliones. Y aquí está la advertencia: un Congreso sin
pluralidad será más dócil, pero también más frágil. Morena puede ganar un poder
casi absoluto en el corto plazo, pero cada paso hacia el monopolio político
siembra la semilla de la ingobernabilidad futura.
En
política, como en el ajedrez, las victorias demasiado perfectas suelen ser
preludio de la derrota. Y si la reforma pasa, la historia se encargará de
recordarle al partido en el poder que nada dura para siempre.